Lima, 14-02-2010 / Año 106 - Nº 5496

CRISTIANOS UNIDOS PARA DAR CREDIBILIDAD AL ANUNCIO DEL EVANGELIO
Benedicto XVI
Los no creyentes no podrán acoger el anuncio del Evangelio si los cristianos, aunque se remitan todos al mismo Cristo, están en desacuerdo. En un mundo marcado “por la indeferencia religiosa y hasta por una creciente aversión hacia la fe cristiana es necesaria una nueva, intensa actividad de evangelización”, tanto entre los pueblos que desconocen el Evangelio como entre los que tienen raíces cristianas. El compromiso por la unidad de los cristianos no es sólo tarea de algunos, ni una actividad accesoria para la vida de la Iglesia. Cada uno está llamado a ofrecer su aportación para dar los pasos que lleven a la comunión plena entre todos los discípulos de Cristo, sin olvidar nunca que es, ante todo, un don de Dios que debemos invocar constantemente. En efecto, la fuerza que promueve la unidad y la misión brota del encuentro fecundo y apasionado con Cristo resucitado. Que la Virgen María, Madre de la Iglesia, haga que se realice cuanto antes el deseo de su Hijo: “Que todos sean uno... para que el mundo crea” (Jn 17, 21)
ACTITUD ANTE LA VIDA
El hombre vale por lo que es y no por lo que tiene; éste es un principio ético fundamental. Fácil de comprender, pero muy difícil de vivir en la vida cotidiana. El hombre vale por su vida, por su dignidad personal, por su libertad. Por eso se considera a la vida, a la dignidad personal y a la libertad como a los valores básicos de la persona. El genuino cristiano prefiere el "SER" al "Tener". El tener más o menos es secundario. Lo que de verdad importa es cada día vivir, "ser más" y no en el sentido egoísta, sino "ser más con los otros” y “ser más para los otros”.
UN REGALO DEL CIELO
Nueve meses pasaron... tiempo de amor, de ansiedad. ¡Parecieron más bien una eternidad! Tanto era el deseo de sentirte y abrazarte, mirarte ya niño y contigo jugar. Los cuidados junto con tu madre, triplicados. Ella ya no era sólo ella. Ella y yo, tu padre, ya no éramos dos... ¡éramos tres! El tiempo pasó... despuntó el sol, trayendo consigo el esperado día del noveno mes. ¡Ah, hijo querido naciste! ¡Contemplaste la claridad! ¡Vi tu carita pequeña! ¡Oí tus primeros "agús"!. Fue difícil entender. ¡En aquel instante, me sentí el más feliz entre los papis! Tu madre, debilitada por los dolores y emociones, lloró. Yo ya no sabía qué hacer... La certeza, sin embargo, de tan esperado regalo, nos daba fuerzas para soportar. Al final, eras tú el protagonista de aquella escena, de tan mágico placer.

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