Lima, 01-04-2012 / Año 108 - Nº 5608

DOMINGO DE RAMOS
¡SE CUMPLE LA PROFECÍA!
Creemos en Jesucristo, lo amamos, nos conmueve su Pasión y Muerte y gozamos con su triunfo. Por eso lo acompañamos. Pero ¿Estaremos como simples espectadores presenciando la Semana Santa, simplemente conmovidos? En realidad cada uno de nosotros estaba allí, representado por Judas o Pilatos; por Pedro o Barrabás; por los soldados o los adormecidos discípulos. No desesperemos. Hemos traicionado, torturado y crucificado a Cristo con nuestros pecados, pero Él sigue pidiendo: ¡Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen!
PRIMERA LECTURA: Is 50, 4-7
No oculté el rostro a insultos; y sé que no quedaré avergonzado.
Se empieza a realizar la profecía de Simeón: Este "será signo de contradicción". Jesús con su predicación de Dios-Padre-Reino, confirma lo proclamado por los profetas: "Derecho, justicia, misericordia quiero para con los pobres y los débiles, no sacrificios". Jesús se identifica con ellos. Con su luz, descubre el pecado, el egoísmo de los hombres, su esclavitud del pecado. De allí, la persecución desencadenada hasta la muerte.
SALMO 21
Respondemos: "Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has abandonado?"
SEGUNDA LECTURA: Flp 2, 6-11
Se rebajó a sí mismo; por eso Dios lo levantó sobretodo.
Pablo nos invita a asumir de Cristo la entrega y la obediencia total que conduce a la Gloria, a la Salvación y a la Redención de este mundo por caminos muy diversos de los propuestos por el egoísmo humano: "El que quiera ser superior tendrá que ser el servidor". "Quien quiera ser el primero, será el último y el servidor de todos".
EVANGELIO: Mc 14, 1-15, 47
Relato de la Pasión y Muerte de Jesús según San Marcos.
Es el triunfo ilusorio del maligno, personificado en los malvados, ministros del demonio, encargados de tentar a los hombres para convertirlos en pecadores, sublevándolos contra Dios, pisoteando su amor misericordioso hacia los más pobres. Es la verificación del misterio de Dios que obra el bien, a través del sufrimiento y de la muerte: "¡Si la semilla no muere, no podrá dar frutos de vida!".
JUEVES SANTO
¡JESÚS NOS AMÓ HASTA EL EXTREMO!
Jesús sintetiza todo su amor, simbolizándolo en esta nueva celebración, superación de la antigua Pascua Judía: La Antigua Alianza es renovada completamente por LA de Jesús CON VALOR ETERNO y, por lo tanto, UNICA E IRREPETIBLE. Lo único que puede satisfacer a Dios por el pecado de la humanidad será el NUEVO SACRIFICIO. En efecto, Él sustituye al antiguo sacerdote Levítico. Él sustituye, con su propia persona, a la víctima, un animal. Y Él será la nueva «consumación de la víctima", entregándose como alimento de VIDA ETERNA. Por eso crea el nuevo sacerdocio, su prolongación en la historia, que celebrará ESTE SACRIFICO DE LA NUEVA Y ETERNA ALIANZA, hasta el final de los tiempos.
PRIMERA LECTURA: Ex 12, 1-8.11-14
De la esclavitud a la libertad
La Pascua es la fiesta de la liberación de la servidumbre y DE LA MUERTE DEL PECADO, donde la sangre es fundamentalmente redentora. Como Egipto es la tierra del pecado, la salida de Egipto es la liberación de esa esclavitud y el ingreso en la tierra prometida es la llagada al Cielo. La Biblia concibe la salvación, a medida que se desarrolla la revelación, como una salvación del pecado. San Pedro nos dice: "Han sido rescatados de su vano vivir según la tradición de nuestros padres, no con plata y oro, sino con la sangre preciosa de Cristo, como cordero sin defecto ni mancha" (1Pe 1, 18b-19).
SALMO 115
Respondemos: "El cáliz de la bendición es la comunión de la sangre de Cristo"
SEGUNDA LECTURA: 1Co 1 11, 23-26
Cada vez que comen y beben, proclaman la muerte del Señor
Es el testimonio histórico más antiguo de la Celebración Eucarística. Pablo transmite la tradición que recibió de los discípulos de Jesús y muestra que la Eucaristía está abierta al futuro y a todos los tiempos, pues EN ELLA anunciamos la Muerte y Resurrección del Señor para la salvación eterna de todos, hasta que Él vuelva. La Pascua judía es sustituida por la Nueva Pascua cristiana, la Eucaristía, con el anuncio de la liberación bajo el signo del Sacrificio y de la Sangre, simbolizados realmente por el Pan y el Vino.
EVANGELIO: Jn 13, 1-15
Los amó hasta el extremo
Lo esencial del Ser y de Deber ser del Maestro es el SER SERVIDOR, lógica anti mundana para construir el mundo. Esto sólo puede venir de Dios y no de los hombres. En el lavatorio de los pies reconocemos una expresión sacramental de ser verdaderos discípulos del Maestro. En la institución del Sacerdocio, se establece el criterio cristiano: el servicio a los más necesitados (los empobrecidos por el pecado), dándoles la verdadera libertad "de los hijos de Dios" y robusteciéndolos con el alimento de vida eterna: la Comunión de su Cuerpo y de su Sangre.

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