En el pasado, el comportamiento libertino se personificó en los así llamados "Donjuanes" y los "Valentinos" (al menos por un tiempo). Sabemos que "Don Juan" ha sido un personaje literario, creado por Tirso de Molina, que se convirtió en el arquetipo de la literatura española y con larga descendencia literaria europea. Se le llamó el burlador, el libertino, el seductor valiente y osado hasta la temeridad que no respetaba ninguna ley divina o humana. En algunas versiones se arrepiente al final de sus días, en otras no. Pero al contemplar hoy nuestra realidad a nivel mundial y local, estos personajes han quedado superados ampliamente por los "criollazos(as)" y los(as) "pan sexuales" de nuestros tiempos. En el fondo, manifiestan abiertamente el propio egoísmo que los domina. Menos mal que hay muchas excepciones; pero sucede lo que le pasa a la leche cuando le cae una mosca o una cucaracha... toda ella se contamina. Lo que pasa muchas veces es que nos quedamos con el sentido equívoco de la palabra amor, más aún, distorsionado por una falsa información. Creemos tener un verdadero concepto del amor en forma univoca. Aquí empieza el error. El amor tiene, por lo menos, tres grados de crecimiento y maduración: el amor captativo, que captura, es egoísta, egocéntrico, como el "yo-yo", "sale de mí y vuelve a mí". Yo soy el centro de todo. La expresión más común es ésta: lo pienso lo acepto y lo hago porque "me vacila". Este amor no es fecundo: no produce amistad, grupo, comunidad. El segundo grado es el amor compartido, propio de los amigos, que permanece en la justicia conmutativa: Yo te amo y tú me amas; yo te doy y tú me das: yo te presto y tú me prestas, etc. Este amor se rompe fácilmente cuando uno de los dos falla. El tercer grado, es el amor oblativo, propio de los padres, especialmente el de la MADRE. Este amor es el de la plena generosidad, que se ofrece, se entrega y se inmola por el ser amado; a cambio de nada, inclusive, hasta dar la vida por quien se ama. Este amor es el único que crea la familia, la vida, la unión, la unidad, el respeto, la solidaridad, la empatía, la comprensión y el perdón. Este amor es la base para las obras de misericordia, etc. Este es el amor de Jesús, EN ESCALA DIVINA, para DONARNOS SU VIDA ETERNA, LA FELICIDAD PERPETUA EN DIOS. Hoy nos pide que también nosotros nos amemos con este amor. Si nuestras madres nos aman así, POR QUÉ NO PODREMOS AMARNOS ASI TAMBIÉN NOSOTROS. JESÚS NO NOS PIDE ALGO IMPOSIBLE.
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