¡AUNQUE LA MONA SE VISTA DE SEDA, MONA SE QUEDA!
Da la impresión que a medida que avanzamos en edad, cultura, ciencia, tecnología (Curiosity en Marte), etc., en lugar de profundizar la realidad, vamos dando importancia no a los contenidos sino a sus expresiones, no a las esencias de las cosas sino a sus accidentalidades, a lo que ES, a sus símbolos expresivos.
ESPIRITUALMENTE, va sucediendo lo mismo: vamos descuidando los Valores por su ropaje exterior. En este sentido se expresan algunas personas: "Así como te vistes, así te tratan". En la medida en que estés en la onda de la moda, valdrás ante los demás, así cómo te peinas, maquillas, te rizas las pestañas, te depilas aunque te duela, te hagas la pedicure, te desesperes por cambiar vestidos y coleccionar zapatos como si fueras un cien pies, te mates con las dietas y te martirices con las fajas todo será pura SUPERFICIALIDAD. VALES POR LO QUE ERES. Los hombres no se quedan atrás, pues aunque sigas embadurnando de gel tu melena o dejándola crecer como selva salvaje, te desesperes por tener el televisor más grande, 3D, LED, la TABLET más moderna y los celulares de última generación, etc. no profundizarás en tú vida, seguirás desconociéndote. PSICOLÓGICAMENTE, van tomando la delantera los procesos emotivos: emociones, sentimientos y pasiones, sobre los procesos cognoscitivos y volitivos. El resultado será un tremendo desequilibrio en la vida.
Hoy, Jesús nos hace ver la importancia del valor insustituible de LO QUE UNO ES, Y NO LO QUE APARENTA; el valor de las intenciones, de las decisiones profundas, la realidad de la interioridad humana; en una palabra, de la Verdad sobre la mentira, de la hipocresía. "Nada que entre de fuera hará impuro al hombre; lo hará, lo que sale de dentro: del corazón del hombre, salen los malos propósitos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, injusticias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro". Consecuentemente, del corazón saldrá TODO LO BUENO. ¡PIÉNSALO, HERMANO!
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