Fundado: 24-04-1904 Lima, 04-11-2012 / Año 108 - Nº 5639 - 4000 ejemplares

La conversiÓn es de la mente y deL corazón, no de la ley
En la medida en que la humanidad avanza en edad y en progreso, siente la necesidad de organizarse, de ordenarse, de planificarse, de legislar. De allí surgen las Constituciones de las naciones, las leyes, los preceptos, las normas, los reglamentos, etc. El peligro ha sido el olvidarnos que ellos son un medio, un camino, que nos ayudará a regular nuestra conducta con Dios y entre nosotros mismos. Las leyes no son un absoluto. El único absoluto es Dios. Las leyes están para los hombres y no los hombres para la ley. La ley se aplica en el real contexto de la existencia de los hombres y no es una aplicación material, tajante e inflexible. Sirve para perfeccionar al hombre, no para imponerle cargas. Finalmente, las leyes están para cumplirlas y no para dejarlas estampadas en los libros y guardarlas en las bibliotecas.
Hoy legislamos para todos los estados de vida, para todas las áreas de desarrollo, para todas las instituciones... En este aspecto, estamos propensos a caer en el fenómeno de la compulsividad: ¡TENEMOS QUE LEGISLAR! Haciéndolo, nos tranquilizamos como si ya lo hubiéramos cumplido. Si hoy, tuviéramos que reunir todo lo que tenga sabor a legislación, desde el principio del mundo, no sé en qué biblioteca del mundo cabría. No hay caso, somos demasiado complicados. Nos enredamos "por las puras", perdiendo un tiempo valiosísimo.
En el evangelio de hoy, Jesús se encontró con la sorpresa: los 10 mandamientos, dados por Yahveh a Moisés para su promulgación, se habían multiplicado en 613 preceptos y tradiciones. Es justificable, entonces, que el escriba le preguntase cuál sería el primero y el mayor de los mandamientos de la Ley para cumplirlo, pues, CUMPLIR LOS 613, SERÍA MUY DIFÍCIL.
Entonces Jesús, mostrando LA SIMPLICIDAD DE DIOS, le respondió:
"El primero es «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser» (Dt 6, 4-5).
El segundo: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Lv 19, 18). No hay mandamiento mayor que estos". Luego, Jesús perfeccionaría Este Amor al prójimo: "Amarás al prójimo así como Yo lo he amado (Jn 13, 34; 15, 9.12)".
En efecto, "Amando a Dios", cumpliremos bien los 3 primeros mandamientos que regulan nuestras relaciones con Dios. Cumpliendo el "Amor al prójimo", cumpliremos los 7 restantes mandamientos que regulan nuestras relaciones con el prójimo.
¿QUÉ TE PARECE? ¿ERES PARA LA LEY, O LA LEY ES PARA TI?

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