Fundado: 24-04-1904 Lima, 06-01-2013 / Año 108 - Nº 5648 - 4000 ejemplares

¡¿DÓNDE ESTÁ DIOS?!
Luego del PECADO ORIGINAL, es la búsqueda del hombre, sin nunca acabar, y lo sigue haciendo, tratando de buscar la razón de su existencia y la del universo mundo. La humanidad primitiva lo buscaba en un lugar: en los astros (sol, luna, estrellas); en los fenómenos portentosos (rayo, fuego, huracán...); en una "Tienda", en el templo; en una imagen-ídolo (un ser humano, animales, monstruos, serpientes, águilas, pumas...).
Con el progresar de la ciencia y el conocimiento humano y, últimamente con la aparición de las diversas teorías como el existencialismo: Seren Kierkergaard (1813), Ortega y Gasset (1883), Friedrich Nietzsche (1884). Martín Heidegger (1889), Jean Paul Sartre (1905), Albert Camus (1913)...; la Dimitización, la Secularización, la Teología de la Liberación, el Materialismo Radical, el Naturalismo, el Subjetivismo, el Relativismo, etc. se ha ido pasando de una concepción materialista a una concepción espiritualista, no sólo de un Dios alejado de nosotros, sino hasta llegar a su total negación con un ateísmo práctico: vivir como si Dios no existiera; de un Dios "opio del pueblo"; con la teoría del nihilismo, de la Muerte de Dios, de un Dios creación del hombre, del endiosamiento del hombre: "Yo soy dios",de un Dios metido sólo en el pueblo, de los pobres... Sin embargo, la pregunta sigue en pie: ¿DÓNDE ESTÁ DIOS?
En lo más profundo del Antiguo Testamento, Dios, Yahveh, no está por encima de las nubes, en el hiperuranio, desatendido del quehacer y de la historia de su pueblo, sino que está con él, acompañándolo. ¡Qué maravilla la profecía de Isaías sobre el futuro Redentor: Él será el Emmanuel: el Dios con nosotros!
En el Nuevo Testamento, culminación y realización del Antiguo, en la Anunciación del Ángel a María, hay un progreso. Al Redentor, al Mesías, al Cristós (el Consagrado), "le pondrás por nombre Jesús, el Salvador". Quién más cercano a la humanidad que Dios en Jesucristo para redimirlo, pues su nombre Jesucristo significa "Consagrado para salvar". Para eso se Encarna, "se hace como uno de nosotros, igual en todo menos en el pecado". La Revelación de Jesucristo llega a su máximo cuando declara: "Y vendremos y haremos morada en él". Es decir, un Dios ¡DENTRO DE NOSOTROS!
Lógicamente, allí, en la interioridad de nuestra alma, tendremos que  buscar a Jesucristo, el Hijo; al Padre y al  Espíritu Santo. POR TANTO, ya no lo buscaremos en un lugar, como los Reyes Magos o corno Herodes; no sólo en un templo, en un tabernáculo, en una custodia, en un copón; SINO EN LO MÁS PROFUNDO DE NUESTRA ALMA, entrando en íntima unión con Él. EN ESTO CONSISTE LA CONQUISTA DE LA VIDA INTERIOR, DE LA VIDA ESPIRITUAL. ¡LLEGAR A VIVIR CON LA CONCIENCIA DE QUE SOMOS PORTADORES DE DIOS, QUE SOMOS SAGRARIOS, COPONES, CUSTODIAS CON CRISTO.
Sólo así llegaremos a restaurar la imagen y semejanza de Dios, al crearnos: LLEGAR A SER PERFECTAMENTE HUMANOS, SIENDO PERFECTAMENTE CRISTIANOS, HIJOS DE DIOS.

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