Lima, 24-03-2013 / Año 108 - Nº 5659

DOMINGO DE RAMOS
ENTRADA TRIUNFAL EN JERUSALÉN
Dos sentimientos nos embargan HOY: Alegría: Jesucristo es proclamado Rey. Compasión y dolor: Obediente, acepta su crucifixión. Los símbolos de "Ios Ramos" representan nuestro compromiso de imitar su vida: "Amar a Dios sobre todo y al prójimo como Él nos amó". En la medida en que recibimos su misericordia con el perdón de nuestros pecados, estaremos capacitados para ser también misericordiosos y perdonar a los demás.
PRIMERA LECTURA: Is 50, 4-7
NO OCULTÉ EL ROSTRO A INSULTOS; Y SÉ QUE NO QUEDARÉ AVERGONZADO.
Se cumple la profecía de Simeón: Éste "será signo de contradicción". Jesús con su predicación de Dios-Padre-Reino, confirma lo proclamado por los profetas: "Derecho, justicia, misericordia quiero para con los pobres y los débiles, no sacrificios". Jesús se identifica con ellos. Con su luz, descubre el pecado, el egoísmo y la esclavitud del pecado sobre los hombres. Por eso, la persecución desencadenada hasta su muerte.
SEGUNDA LECTURA: Flp 2, 6-11
SE REBAJÓ A SÍ MISMO; POR ESO DIOS LO LEVANTÓ SOBRE TODO.
Asumíamos de Cristo la total entrega y la obediencia que conduce a la Gloria, a la Salvación y a la Redención, por caminos muy diversos a los del egoísmo humano: "El que quiera ser superior tendrá que ser el servidor". "Quien quiera ser el primero, será el último y el servidor de todos".
Evangelio: 22, 14-71; 23, 1-56
RELATO DE LA PASIÓN SEGÚN SAN LUCAS.
Es el triunfo ilusorio del maligno, personificado en los malvados, ministros del demonio, encargados de tentar a los hombres para convertirlos en pecadores, sublevándolos contra Dios, pisoteando el amor misericordioso hacia los más pobres. Es la verificación del misterio de Dios que obra el bien, a través del sufrimiento y de la muerte: "¡Si la semilla no muere, no podrá dar frutos de vida!".
JUEVES SANTO
¡JESÚS NOS AMÓ HASTA EL EXTREMO!
Jesús concreta su Amor, simbolizándolo en esta nueva celebración, superación de la antigua Pascua Judía: La Antigua Alianza es renovada completamente por la de Jesús CON VALOR ETERNO, ÚNICO E IRREPETIBLE. Lo único que satisfará a Dios por el pecado de la humanidad será el NUEVO SACRIFICIO. En efecto, Él, JESUCRISTO, sustituye al antiguo sacerdote Levítico. Con su persona, sustituye a la víctima, un animal. Y con la CONSUMACIÓN DE SU CUERPO Y SANGRE, sustituye la "consumación de la víctima", constituyéndose en el verdadero y eficaz alimento de VIDA ETERNA. Por eso crea el nuevo sacerdocio, su prolongación en la historia, para que celebre ESTE SACRIFICO DE LA NUEVA Y ETERNA ALIANZA, hasta el final de los tiempos.
PRIMERA LECTURA: Ex 12, 1-8.11-14
DE LA ESCLAVITUD A LA LIBERTAD.
La Pascua es la fiesta de la liberación de la servidumbre y DE LA MUERTE DEL PECADO, donde la sangre es fundamentalmente redentora. Como Egipto es la tierra del pecado, la salida de Egipto es la liberación de esa esclavitud, así el ingreso en la tierra prometida es la llagada al Cielo, a Dios. La Biblia concibe la salvación, a medida que se desarrolla la revelación, como una salvación del pecado. San Pedro nos dice: "Han sido rescatados de su vano vivir según la tradición de nuestros padres, no con plata y oro, sino con la sangre preciosa de Cristo, como cordero sin defecto ni mancha" 1ª Pe 1, 18b-19.
SEGUNDA LECTURA: 1ª ol 11, 23-26
CADA VEZ QUE COMEN Y BEBEN, PROCLAMAN LA MUERTE DEL SEÑOR.
Es el testimonio histórico más antiguo de la Celebración Eucarística. Pablo transmite la tradición que recibió de los discípulos de Jesús y muestra que la Eucaristía está abierta al futuro y a todos los tiempos, pues EN ELLA anunciamos la Muerte y Resurrección del Señor para nuestra salvación eterna, hasta que Él vuelva. La Pascua judía es sustituida por la Nueva Pascua cristiana, la Eucaristía, con el anuncio de la liberación bajo el signo del Sacrificio y de la Sangre, simbolizados realmente por el Pan y el Vino.
Evangelio: Jn 13, 1-15
LOS AMÓ HASTA EL EXTREMO.
Lo esencial del Ser y de Deber ser del Maestro es el SER SERVIDOR, lógica anti mundana para construir el mundo. Esto sólo viene de Dios y no de los hombres. En el lavatorio de los pies reconocemos una expresión sacramental de ser verdaderos discípulos del Maestro. En la institución del Sacerdocio, se establece el criterio cristiano: el servicio a los más necesitados (los empobrecidos por el pecado), dándoles la verdadera libertad "de los hijos de Dios" y robusteciéndolos con el alimento de vida eterna: la Comunión de su Cuerpo y de su Sangre.

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