"¡NADIE
ME PISA EL PONCHO!"
Ya
estamos acostumbrados, en nuestro criollismo, a escuchar frases como esta o semejantes
a ella. Desde Sigmund Freud que descubrió, en su teoría del psicoanálisis, la
presencia del Super-ego en nuestro subconsciente, hasta nuestros días, notamos
que esa es la
aspiración profunda de todo ser humano: ser un SUPERHOMBRE, UN SUPERHÉROE,
Me remonto a mi infancia en donde pude tener un primer contacto con esos
ideales que, imaginariamente, llenaban mis expectativas: Durga Rani, reina de
la selva, Fantomas, Tarzán, Superman, Batman, El Joven de las
"Cowboyadas" ' El Llanero Solitario, El Zorro, hasta el bombardeo actual
de los Superhéroes que ilusionan, no sólo a nuestros niños, sino también a
mayores. Aparecen así, para dar algunos ejemplos: Spiderman, Iroman, Karate
Kid, Capitán América, Capitán Midnight, Rocky, Rambo, Hombre Halcón, Pingüino,
Ra's Al Ghul (Cabeza de demonio), Chica Saturno, Muchacho relámpago, Thor,
Alias, Los Indestructibles, los Magníficos, para dar algunos ejemplos. En el campo científico,
se agigantan los grandes inventores, los sabios. En el político-militar, nuestros
héroes patrióticos. En lo Religioso, nuestros Santos, etc., etc. y
etc. Todos ellos se convierten en nuestros modelos, ídolos a los que, de un modo o de otro, nos
proyectamos en ellos. QUEREMOS IMITARLOS. Me parece que todo esto
responde a ese
"Vestigium Dei" (La huella de Dios), base de nuestra
interioridad humana, por la que "QUEREMOS SER COMO DIOS". En el
fondo, responde a la esencia de nuestros ser como CRIATURAS: Dios nos creó a su
imagen y semejanza. De allí el deseo de ser poderosos, de tener la vida sin
perderla, de triunfar siempre.
EL
EVANGELIO DE HOY
nos da una respuesta. Jesús con su muerte, resurrección y Ascensión los Cielos,
nos da la
posibilidad de participar de la
Vida divina en esta tierra, mediante su GRACIA.
Y nos da la certeza de que, luego de nuestra muerte llegaremos a esa transformación
de JESÚS, participando de Dios por toda la eternidad.
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