YO ESTOY CON USTEDES TODOS LOS DÍAS

1. ¿Termina todo con la muerte? ¿Tiene sentido la existencia humana, marcada, con frecuencia, por sufrimientos intensos y prolongados?... Para los que tenemos la suerte de creer, la Ascensión del Señor da respuesta acertada a estos y a otros interrogantes que, a veces de forma angustiosa, nos hacemos los hombres.
2. La Ascensión es el triunfo definitivo de Cristo. Vino al mundo, enviado por el Padre, ha cumplido su misión salvadora entre los hombres y vuelve al Padre: Lo vieron levantarse hasta que una nube se lo quitó de la vista. Dios lo ha sentado a su derecha en el cielo, todo lo ha puesto bajo sus pies y lo ha dado a la Iglesia como Cabeza, sobre todo.
3. Nuestra vida en este mundo, aunque marcada por el sufrimiento, consecuencia del pecado, tiene sentido porque va encaminada hacia la luz, hacia un gozo eterno, hacia la riqueza de gloria que Dios da en herencia a los santos, como nos ha asegurado.
4. La misión de Jesús en su vida terrena es hoy la misión de los cristianos. Nos toca dar culto a Dios y celebrar la salvación que ofrece a los hombres, somos los encargados de proclamar hoy el evangelio que, en su día, predicó Cristo, y es tarea nuestra el pasar la vida haciendo el bien para manifestar, como Jesús, que Dios ama a todos los hombres.
5. Nuestra respuesta debe ser un sí entusiasta y decidido a nuestra vocación misionera. Entusiasta porque se nos ha confiado la misma misión que el Padre confió a su Hijo amado. Decidida porque depende también de nosotros el que la obra salvadora de Cristo fracase o se haga realidad en la vida de los hombres. Un sí entusiasta y decidida al educar a los hijos para que sean hombres de bien, al aconsejar a los jóvenes para que se dejen guiar por Cristo, al disponerse a comprenderse, perdonarse y amarse en el hogar, en el servicio desinteresado a los demás.
Mateo 28, 16-12

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