Lima, 10-08-2008 / Año 104 - Nº 5417 - 4000 ejemplares

DOMINGO XIX DEL TIEMPO ORDINARIO
La Palabra de Dios en este domingo nos presenta a los Apóstoles viendo a Jesús calmar el mar y llamándolos a una fe profunda. Así como la barca fue agitada en la noche, así la Iglesia soporta sufrimientos y persecuciones. Pero Jesús el señor está presente para salvarnos si le invocamos en la oración.
1ª LECTURA: 1 Reyes 19, 9 a.11-13 a
PONTE DE PIE EN EL MONTE ANTE EL SEÑOR
La lectura que vamos a escuchar nos presenta el encuentro íntimo y secreto del profeta Elías con Yavé en el Monte Horeb. Dios no estaba en el huracán, en el terremoto o en el fuego, sino en el silencio y en el susurro de la brisa.
SALMO: 84, 9 ab-10.11-12.13-14
Respondemos: "Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación"
2ª LECTURA: Romanos 9, 1- 5
QUISIERA SER EXCLUIDO POR EL BIEN DE MIS HERMANOS

San Pablo reconoce los grandes méritos del pueblo de Israel, del que forma parte, pero siente íntimamente que no hayan aceptado aún a Cristo como Mesías. A pesar de todo, los sigue amando.
EVANGELIO: Mateo 14, 22- 33
MANDAME IR HACIA TI ANDANDO SOBRE EL AGUA

El Evangelio nos presenta a Jesús caminando por encima de las olas en medio de una tormenta a la vez que sus discípulos están a punto de zozobrar.
Al verle caminar sobre las aguas, le toman por un fantasma.

PENSAMIENTO Y ORACION
San Agustín fue uno de los pensadores cristianos más brillantes. Lo interesante es que él hacía algunas de sus oraciones más eficaces e íntimas mientas se encontraba reflexionando profundamente. Agustín era lo que podría llamarse un "pensador que oraba" Un ejemplo de sus Confesiones, una de sus obras más famosas: "Demasiado tarde llegué a amarte, oh Belleza antigua y siempre nueva; demasiado tarde llegué a amarte... Me llamaste; sí, incluso abriste mis oídos sordos. Tus rayos brillaron sobre mí y disiparon mi ceguera" Estas no son meditaciones aburridas, son pensamientos de alguien que tiene una apasionada vida de oración.
LUCHA CONTRA EL DEMONIO
Don Bosco mantuvo siempre una lucha contra el demonio y el pecado, desplegó una enérgica valentía, permaneciendo siempre al frente de su ejército de jóvenes, al que llevó a las más hermosas conquistas de limpieza y de pureza, que tienen en Santo Domingo Savio la más sublime expresión.
Basa pensar en las interminables horas transcurridas en borrar los pecados, confesando; en el sistema preventivo adoptado y empleado por él con innumerables sacrificios, para poner a los jóvenes en la moral imposibilidad de ofender al Señor; en su celo inagotable en iniciativas y arbitrios tendientes a combatir el pecado en el mundo.

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