Lima, 17-08-2008 / Año 104 - Nº 5418

SOLEMNIDAD: ASUNCION DE MARIA
Hoy la Iglesia celebra la gran fiesta de la Asunción de María. Con su cuerpo y alma ya en el cielo, es para nosotros, una "señal" de las maravillas que el Señor ha de obrar en todos los que creen en Jesús, lo aman y le siguen como discípulos. Mientras esperamos estar en el cielo para la eternidad, invoquemos a María, Madre de Dios y Madre nuestra, como intercesora.
1ª LECTURA: Apocalipsis 11,19; 12,1-6.10
UNA MUJER ENVUELTA POR EL SOL
En esta lectura se describe la lucha entre el diablo y la descendencia de la mujer; que es Cristo y su Iglesia. En su resurrección, Cristo ha vencido los poderes adversos al Reino de Dios.
SALMO: 44, 10-11.15-16
Respondemos: "De pie, a tu derecha, está la reina"
2ª LECTURA: 1 Corintios 15, 20-27
RESUCITO PRIMERO CRISTO, COMO PRIMICIA; DESPUÉS LOS QUE SON DE CRISTO

Pablo en su Carta a los Corintios nos habla acerca de la resurrección del Señor. Por el pecado entró la muerte en el mundo, por Cristo y en Él resucitaremos todos. Al fin, la muerte será vencida.
EVANGELIO: Lucas 1, 39-56
HA HECHO EN MI GRANDES COSAS EL QUE TODO LO PUEDE

En el evangelio de hoy, María da alabanza y gloria a Dios por las maravillas que Él ha hecho en Ella.
Ella había escuchado y respondido a la Palabra de Dios.



UNIDAD EN LA FE
Arístides, un apologista de la fe cristiana del siglo II, escribió lo siguiente al emperador Adriano acerca de los cristianos "Se aman ende sí. Nunca dejan de ayudar a las viudas; libran a los huérfanos del mal. Si tienen algo, lo dan libremente al que no tiene nada; si ven a un extraño, lo llevan a su casa y son felices, como si fuera un verdadero hermano. No se consideran hermanos en el sentido habitual, sino hermanos más bien por medio del Espíritu en Dios". El ejemplo de nuestros antepasados espirituales puede ser un desafío instructivo para nosotros como discípulos de Jesús en el siglo XXI.

LAS ARMAS PARA VENCER EL PECADO
Las armas que Don Bosco empleó están al alcance de todos. Consisten especialmente en la mortificación, en la fuga de las ocasiones y en la práctica frecuente y provechosa de la oración, de los sacramentos y en la meditación de la Palabra de Dios. Sobre todo la confesión frecuente y bien hecha es el gran medio para romper las cadenas del pecado. En cuanto a la comunión frecuente y a la presencia eucarística de Jesús (visitas a Jesús sacramento), Don Bosco enseña: "Es menester que el Señor tome posesión del corazón de los jóvenes antes de que sean echados a perder por el pecado".

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