Lima, 21-09-2008 / Año 104 - Nº 5423

¡DIOS NOS QUIERE SANTOS!
Benedicto XVI
La santidad se ofrece a todos; naturalmente no todos los santos son iguales. Y no es necesariamente un gran santo el que posee carismas extraordinarios. En efecto, hay muchísimos cuyo nombre sólo Dios conoce, porque en la Tierra han llevado una vida aparentemente muy normal. Precisamente estos santos "normales" son los santos que Dios quiere habitualmente. Su ejemplo testifica que sólo cuando se está en contacto con el Señor se llena uno de su paz y de su alegría y se es capaz de difundir por doquier serenidad, esperanza y optimismo.
CREADOS PARA AMAR Y PERDONAR
El perdón es gratificante, tanto para quien perdona como para quien es perdonado. Saber perdonar es señal de grandeza interior, propia de aquellas personas que orientan su vida, guiados por las luces de la misericordia y del amor de Dios. Saber pedir perdón también revela grandeza, pues solamente quien ama y perdona tiene humildad suficiente para reconocer los errores e imperfecciones personales. Creados para amar, necesitamos de amor. Creados para perdonar necesitamos continuamente del perdón.
LA ALEGRIA ES UNA VIRTUD INTERIOR
La alegría es una virtud profundamente interior, que brota de la paz, del sosiego, del hacer el bien, del saber convivir. Se entra en la alegría comulgando con la realidad que a cada uno le ha tocado vivir y se permanece en la alegría haciéndola pasar a la propia vida día tras día. La alegría es el camino fecundo de la perfección, de la santidad. La alegría lleva derecho a la meta, al fin. Necesitamos la alegría para no caer en la cultura de muerte: drogas, aburrimiento, consumismo alienante, vida rutinaria y mediocre, sin ilusión, sin coraje ni entusiasmo.

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