¡AY DE MI SI NO PREDICARA EL EVANGELIO!
Benedicto XVI
Querido hermanos y hermanas, "duc in altum". Entremos mar adentro en el vasto mar del mundo y, siguiendo la invitación de Jesús, echemos sin miedo las redes, confiando en su constante ayuda. San Pablo nos recuerda que predicar el Evangelio no es motivo de gloria (cf. 1Co 9,16), sino deber y gozo. Siguiendo el ejemplo de San Pablo, cada uno ha de sentirse "prisionero de Cristo para los gentiles" (Ef. 3,1), sabiendo que en las dificultades y en las pruebas podrá contar con la fuerza que procede de Él. Sed testigos con vuestra vida de que los cristianos "pertenecemos a una sociedad nueva, hacia la cual están en camino y que es anticipada en su peregrinación" (Spe salvi 4).
UNA CARTA PERSONAL
Le preguntaron a un artista qué objeto era el que más valoraba. "Tengo una carta de mi papá, la única carta que no se me perdió... Si alguien alguna vez me quitara eso, yo quedaría destrozado. No significa nada para nadie más, y sin embargo, yo puedo leerla esa carta diez veces al día, y me conmueve de una manera diferente cada vez". La Biblia es una cada de amor que no tiene precio, escrita por el Padre celestial a sus hijos. ¿Cómo ves la Biblia? ¿Crees que es simplemente un libro antiguo conocido por sus valores históricos y religiosos? ¿O la ves como una carta personal de tu Padre celestial, la única en su clase que existe?
HABRA ALEGRIA EN TI
Habrá en ti alegría si no intentas imponer tu voluntad. Derrocharás siempre alegría si olvidas el egoísmo y valoras a los demás. Serás una persona rebosante de alegría cuando sepas llenarte por dentro: Estarás radiante de alegría cuando des menos importancia a tu orgullo y más a tu humildad. Sentirás una inmensa alegría si en los momentos difíciles sabes refugiarte en la bondad de Dios. Llegarás a sentir la verdadera alegría si sabes buscar todo lo positivo que hay a tu alrededor. Porque la alegría será una realidad en ti cuando seas capaz de hacer un servicio, de consolar a una persona, de tender la mano, de acompañar una soledad, de ofrecer una sonrisa y de amar gratuitamente a los demás.
Benedicto XVI
Querido hermanos y hermanas, "duc in altum". Entremos mar adentro en el vasto mar del mundo y, siguiendo la invitación de Jesús, echemos sin miedo las redes, confiando en su constante ayuda. San Pablo nos recuerda que predicar el Evangelio no es motivo de gloria (cf. 1Co 9,16), sino deber y gozo. Siguiendo el ejemplo de San Pablo, cada uno ha de sentirse "prisionero de Cristo para los gentiles" (Ef. 3,1), sabiendo que en las dificultades y en las pruebas podrá contar con la fuerza que procede de Él. Sed testigos con vuestra vida de que los cristianos "pertenecemos a una sociedad nueva, hacia la cual están en camino y que es anticipada en su peregrinación" (Spe salvi 4).
UNA CARTA PERSONAL
Le preguntaron a un artista qué objeto era el que más valoraba. "Tengo una carta de mi papá, la única carta que no se me perdió... Si alguien alguna vez me quitara eso, yo quedaría destrozado. No significa nada para nadie más, y sin embargo, yo puedo leerla esa carta diez veces al día, y me conmueve de una manera diferente cada vez". La Biblia es una cada de amor que no tiene precio, escrita por el Padre celestial a sus hijos. ¿Cómo ves la Biblia? ¿Crees que es simplemente un libro antiguo conocido por sus valores históricos y religiosos? ¿O la ves como una carta personal de tu Padre celestial, la única en su clase que existe?
HABRA ALEGRIA EN TI
Habrá en ti alegría si no intentas imponer tu voluntad. Derrocharás siempre alegría si olvidas el egoísmo y valoras a los demás. Serás una persona rebosante de alegría cuando sepas llenarte por dentro: Estarás radiante de alegría cuando des menos importancia a tu orgullo y más a tu humildad. Sentirás una inmensa alegría si en los momentos difíciles sabes refugiarte en la bondad de Dios. Llegarás a sentir la verdadera alegría si sabes buscar todo lo positivo que hay a tu alrededor. Porque la alegría será una realidad en ti cuando seas capaz de hacer un servicio, de consolar a una persona, de tender la mano, de acompañar una soledad, de ofrecer una sonrisa y de amar gratuitamente a los demás.
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