Lima, 19-10-2008 / Año 104 - Nº 5427

DOMINGO XXIX - TIEMPO ORDINARIO
La Palabra de Dios nos interpela hay de una forma nada sencilla: ¿quién debe ocupar el primer lugar en nuestra obediencia: Dios o los poderes políticos?... Cuando la justicia, la serenidad y la ecuanimidad impregnan las leyes civiles y su mandato, debemos obedecerlas. Pero sin perder de vista que Dios ha de ocupar un lugar especial en nuestra vida. El Espíritu del Señor nos ayuda y orienta en la elección.
1ª LECTURA: IsaIas 45,1.4-6
LLEVO DE LA MANO A CIRO PARA DOBLEGAR ANTE EL LAS NACIONES
En esta primen lectura, el profeta Isaías nos presenta al rey Ciro como el libertador de los judíos exiliados en Babilonia. Él, siendo pagano, es el instrumento humano de los designios del Señor, es llamado el ungido de Dios.
SALMO: 95, 1 y 3.4-5.7-8.9-10a y c
Respondemos: "Aclamen la gloria y el poder del Señor"
2ª LECTURA: 1 Tesalonicenses 1, 1-5b
RECORDAMOS SU FE, SU AMOR Y SU ESPERANZA
En esa segunda lectura, el apóstol Pablo da gracias a Dios por los beneficios concedidos en la comunidad de tesalónica, en especial por la fe probada y el amor de Cristo.
EVANGELIO: Mateo 22, 15-21
DENLE AL CESAR LO QUE ES DEL CESAR Y A DIOS LO QUE ES DE DIOS

En este evangelio, Jesús está en medio de una discusión, entablada por los fariseos buscando desprestigiarle. El Señor, simplemente les indica que den a cada cual lo que le es pertinente y obligado.

¡SIGUE ADELANTE PARA DIOS!
Muchos creen que la edad está en la mente de las personas. Esa debe haber sido la actitud de Jhon Kelley, él murió en 2004 a los 96 años, corrió en 58 maratones de Boston (más de 42 Km. cada vez), incluyendo el último en el que participó en 1992 cuando tenía 84 años. La hazaña de Kelley nos recuerda que debemos permanecer activos todo el tiempo que podamos. Hay personas que llega a la mitad de su vida y ponen el cuerpo en neutro. Los cristianos muchas veces ponen su servicio a Jesucristo en la misma posición de inactividad. Tenemos la responsabilidad delante de Dios, entre tanto que Él nos dé fortaleza física y mental, de trabajar con entusiasmo "como para el Señor" (Col.3, 23). Procuremos que la ancianidad no nos impida dar fruto. Tenemos que seguir adelante para Dios.
EL GRAN CONFESOR DE LOS JOVENES
La confesión obliga también a una conveniente satisfacción o penitencia, la cual es señalada por el confesor, pero que habrá que hacer penitencias y mortificaciones libremente impuestas y practicadas, sobre todo aquellas que nos alejen de las ocasiones de pecar. La absolución, impartida al penitente que se acusó con sinceridad y con dolor, borra el pecado.

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