Lima, 23-11-2008 / Año 104 - Nº 5432

SOLEMNIDAD DE CRISTO REY
En este último domingo del año Litúrgico, la Iglesia celebra la Fiesta de Cristo Rey. Jesús venció el pecado y la muerte. Nos guía como un fiel Pastor y nos manda a servirle a través de los demás especialmente al pobre y al humilde. Luego en el juicio final estaremos a su derecha y entraremos al Reino del Padre. Por estos motivos lo contemplamos como nuestro Rey.
1ª LECTURA: Ezequiel 34,11-12.15-17
VOY A JUZGAR ENTRE OVEJA Y OVEJA
En esta primera lectura, el Profeta nos presenta a Dios como un Pastor. Su pueblo es el rebaño. Nos habla de las preocupaciones y solicitudes de Yavé con su Pueblo.
SALMO: 22, 1-2a.2b-3.5.6
Respondemos: "El Señor es mi pastor, nada me falta"
2ª LECTURA: 1 Corintios 15, 20-26.28
DEVOLVERA A DIOS SU REINO, Y ASI DIOS SERA TODO PARA TODOS
En esta segunda lectura, san Pablo nos indica que la historia de la Salvación es la historia de la liberación progresiva del hombre, de todo lo que le humille y degrade. La plenitud de la salvación se encontrará al final de los tiempos.
EVANGELIO: Mateo 25, 31-46
SE SENTARA EN El TRONO DE SU GLORIA Y SEPARARA A UNOS DE OTROS
Se nos presenta en el Evangelio el Juicio final. El Hijo del hombre se manifestará en su gloria e invitará a entrar en el Reino junto con Él a todos aquellos que hicieron como regla de su vida la caridad y el amor a los pequeños y desheredados.
SIEMPRE DESPIERTO
Una madre y su niña de cuatro años se estaban preparando para irse a la cama. La niña tenía miedo a la oscuridad. Cuando las luces se apagaron, la niña notó a través de la ventana que la luna brillaba. "Mami -preguntó- ¿es esa luz de Dios allá arriba?" "Sí" -fue la respuesta- Y rápidamente otra pregunta: "¿También él la va apagar para irse a dormir?" "Oh no, dios nunca se va a dormir" Después de unos cuantos momentos de silencio, la niña dijo: "Siempre y cuando Dios esté despierto, yo no tengo miedo" Al darse cuenta de que el Señor la estaría cuidando, la niña se durmió plácidamente ya más tranquila. Los cristianos podemos encomendar confiadamente tanto la noche como el día a nuestro Dios, el cual es siempre fiel. Él tiene pleno conocimiento de nuestros temores en la oscuridad, y de nuestras frustraciones en la luz. Podemos estar seguros de su constante cuidado. Su mirada de amor y su mano protectora siempre están sobre nosotros. Confía en el Padre celestial, y ora diciendo: "Me acuesto en paz, y al punto me duermo; porque, Señor, tu sólo me das seguridad" (Sal 4,9).
DON BOSCO Y LA MUERTE
No hay duda de que la muerte, que es el castigo del pecado, conserva siempre un aspecto severo y entristecedor; sin embargo el temor mayor que proviene del juicio de Dios que acompaña a la muerte, puede ser eliminado o por lo menos reducido, si la vida no fue la del siervo indolente y perezoso que esconde bajo tierra su tesoro, sino la del siervo bueno y fiel.

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