LA FAMILIA, FORMADORA EN LOS VALORES CRISTIANOS
Benedicto XVI
La familia está llamada a desempeñar su deber educativo en la Iglesia, participando así en la vida y en la misión eclesial. La iglesia desea educar sobretodo por medio de la familia, habilitada para ello por el sacramento, con la correlativa gracia de estado" G Sane 16. Realmente, los principales maestros de la humanidad son los mismos padres de familia que, sostenidos por la gracia divina, se esfuerzan por transmitir a sus hijos las virtudes de la fe en Cristo, la caridad operante y una gran esperanza, y "en este campo tienen incluso una competencia fundamental: son educadores por ser padres" (ib.). Conviene recordar que a todas las familias cristianas se presentan los brillantes ejemplos de algunos fieles, tanto de tiempos antiguos como de épocas recientes, que no sólo a los jóvenes, sino también a la gran mayoría de la gente, dejaron su vida como ejemplo de nobleza y recuerdo de virtud.
EL AMOR VALE LA PENA
Mi buen amigo, que tu capacidad de amar aumente cada día. Reflexiona un momento como los mares no nacieron de otros mares. Los ríos no nacieron de otros ríos. Mares y ríos nacieron de la unión de gotitas de agua, que, en un momento dado, afloraron en la soledad de los manantiales. Así como los mares y los ríos, el amor también tiene su comienzo, su fuente en una mirada, una sonrisa, un gesto de solidaridad, una palabra de cariño... Vive tus días liberando tu capacidad de amar, tu manera de ser. ¡No inventes! ¡No quieras maquillar! Quien ama no se arma. Es así que el amor vale la pena. ¡Simple! Como la hermosa y gigantesca simplicidad de una flor.
Benedicto XVI
La familia está llamada a desempeñar su deber educativo en la Iglesia, participando así en la vida y en la misión eclesial. La iglesia desea educar sobretodo por medio de la familia, habilitada para ello por el sacramento, con la correlativa gracia de estado" G Sane 16. Realmente, los principales maestros de la humanidad son los mismos padres de familia que, sostenidos por la gracia divina, se esfuerzan por transmitir a sus hijos las virtudes de la fe en Cristo, la caridad operante y una gran esperanza, y "en este campo tienen incluso una competencia fundamental: son educadores por ser padres" (ib.). Conviene recordar que a todas las familias cristianas se presentan los brillantes ejemplos de algunos fieles, tanto de tiempos antiguos como de épocas recientes, que no sólo a los jóvenes, sino también a la gran mayoría de la gente, dejaron su vida como ejemplo de nobleza y recuerdo de virtud.
EL AMOR VALE LA PENA
Mi buen amigo, que tu capacidad de amar aumente cada día. Reflexiona un momento como los mares no nacieron de otros mares. Los ríos no nacieron de otros ríos. Mares y ríos nacieron de la unión de gotitas de agua, que, en un momento dado, afloraron en la soledad de los manantiales. Así como los mares y los ríos, el amor también tiene su comienzo, su fuente en una mirada, una sonrisa, un gesto de solidaridad, una palabra de cariño... Vive tus días liberando tu capacidad de amar, tu manera de ser. ¡No inventes! ¡No quieras maquillar! Quien ama no se arma. Es así que el amor vale la pena. ¡Simple! Como la hermosa y gigantesca simplicidad de una flor.
LA ALEGRIA DE SER LOS AMADOS DE DIOS
Dios es el que llama y el que elige, y toda elección supone una preferencia de amor. Desde toda la eternidad Dios se gozó en nosotros al contemplar a su Hijo y al vernos a nosotros en él reflejados. Y, al amarle, nos amó a nosotros en él. Dios nos ha amado desde siempre, tal como somos con nuestro nombre y nuestro rostro; a cada uno en un espacio de tiempo, en un lugar del universo y en un momento concreto de la historia del mundo y del hombre, el de cada uno.
Dios es el que llama y el que elige, y toda elección supone una preferencia de amor. Desde toda la eternidad Dios se gozó en nosotros al contemplar a su Hijo y al vernos a nosotros en él reflejados. Y, al amarle, nos amó a nosotros en él. Dios nos ha amado desde siempre, tal como somos con nuestro nombre y nuestro rostro; a cada uno en un espacio de tiempo, en un lugar del universo y en un momento concreto de la historia del mundo y del hombre, el de cada uno.
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