LA FAMILIA Y SOCIEDAD
Cardenal Tarcisio Bertone
La familia, como lugar y manifestación más acabada de la persona, no es creación de ninguna época, sino patrimonio de todas las edades y civilizaciones. La familia es mucho más que una unidad jurídica, social y económica, ya que hablar de familia es hablar de vida, de transmisión de valores, de educación, de solidaridad, de estabilidad, de futuro, en definitiva, de amor. La familia es una sabia institución del Creador donde se actualiza la vocación originaria de la persona a la comunión interpersonal, mediante la entrega sincera de sí mismo. La familia es la célula primaria y original de la sociedad. En ella, el hombre y la mujer viven con pleno sentido su diferenciación y complementariedad, de la que brota la primera relación interpersonal. En este sentido, el matrimonio es la sociedad natural primaria. Esta sociedad primera está llamada a ser plena al engendrar los hijos: la comunión de los cónyuges es el origen de la comunidad familiar
NADIE EN LA VIDA QUIERE SUFRIR
Lo normal en todo ser humano no es buscar el sufrimiento sino huir de él, porque estamos hechos para el bien, y en el sufrimiento detectamos un mal. Por mucho que detestemos el mal bajo cualquiera de las formas que reviste, se hace presente en nuestras vidas con latosa y pesada insistencia. ¿Qué hacer entonces? Quienes gozamos del don de la fe y contemplamos a Jesús cargado con la cruz y crucificado en el Calvario, nos capacitamos para elevar nuestra mirada hacia el Crucificado y vivir motivados siempre por el auténtico amor a Dios y a los hermanos, amor que genera la más acertada de las actitudes ante la totalidad de la vida humana, saturada de misterios: intentar vivir en paz con la propia realidad, asumiéndola y adaptándose a ella, para poder vivir serenamente y estar vigilantes para los cambios, correcciones o rectificaciones necesarias para no fomentar, favorecer o propiciar el mal.
PODEMOS SER FELICES
No es que uno nazca con la felicidad a cuesta, o que se la encuentra ya hecha. La felicidad "se hace" -desde niño, de joven o bien de adulto- golpe a golpe, oración tras oración, experiencia sobre experiencia. Si quieres ser feliz: no te consueles con no serlo, consumiendo más; no busques la felicidad en las páginas amarillas o en los anuncios meramente comerciales; sonríe y sé feliz con lo que tienes, y abandona deseos, envidias y ambiciones que no te dejan vivir la vida con calidad; no te dejes estafar: resulta peor que te quiten la fe y la esperanza, que los bienes materiales; realiza tu trabajo con ilusión, y sirve lo mejor que puedas; busca los bienes ilimitados, los espirituales, aquellos que no ocupan lugar y dan paz, ganas de vivir y alegría.
Cardenal Tarcisio Bertone
La familia, como lugar y manifestación más acabada de la persona, no es creación de ninguna época, sino patrimonio de todas las edades y civilizaciones. La familia es mucho más que una unidad jurídica, social y económica, ya que hablar de familia es hablar de vida, de transmisión de valores, de educación, de solidaridad, de estabilidad, de futuro, en definitiva, de amor. La familia es una sabia institución del Creador donde se actualiza la vocación originaria de la persona a la comunión interpersonal, mediante la entrega sincera de sí mismo. La familia es la célula primaria y original de la sociedad. En ella, el hombre y la mujer viven con pleno sentido su diferenciación y complementariedad, de la que brota la primera relación interpersonal. En este sentido, el matrimonio es la sociedad natural primaria. Esta sociedad primera está llamada a ser plena al engendrar los hijos: la comunión de los cónyuges es el origen de la comunidad familiar
NADIE EN LA VIDA QUIERE SUFRIR
Lo normal en todo ser humano no es buscar el sufrimiento sino huir de él, porque estamos hechos para el bien, y en el sufrimiento detectamos un mal. Por mucho que detestemos el mal bajo cualquiera de las formas que reviste, se hace presente en nuestras vidas con latosa y pesada insistencia. ¿Qué hacer entonces? Quienes gozamos del don de la fe y contemplamos a Jesús cargado con la cruz y crucificado en el Calvario, nos capacitamos para elevar nuestra mirada hacia el Crucificado y vivir motivados siempre por el auténtico amor a Dios y a los hermanos, amor que genera la más acertada de las actitudes ante la totalidad de la vida humana, saturada de misterios: intentar vivir en paz con la propia realidad, asumiéndola y adaptándose a ella, para poder vivir serenamente y estar vigilantes para los cambios, correcciones o rectificaciones necesarias para no fomentar, favorecer o propiciar el mal.
PODEMOS SER FELICES
No es que uno nazca con la felicidad a cuesta, o que se la encuentra ya hecha. La felicidad "se hace" -desde niño, de joven o bien de adulto- golpe a golpe, oración tras oración, experiencia sobre experiencia. Si quieres ser feliz: no te consueles con no serlo, consumiendo más; no busques la felicidad en las páginas amarillas o en los anuncios meramente comerciales; sonríe y sé feliz con lo que tienes, y abandona deseos, envidias y ambiciones que no te dejan vivir la vida con calidad; no te dejes estafar: resulta peor que te quiten la fe y la esperanza, que los bienes materiales; realiza tu trabajo con ilusión, y sirve lo mejor que puedas; busca los bienes ilimitados, los espirituales, aquellos que no ocupan lugar y dan paz, ganas de vivir y alegría.
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