Lima, 14-06-2009 / Año 105 - Nº 5461

SOLEMNIDAD DEL CUERPO Y SANGRE DE CRISTO
Hoy la Iglesia celebra una de las prodigiosas obras del amor de Dios: el cuerpo y la sangre de Cristo, su Hijo. Poco antes de entregar su vida en la cruz, inventó la eucaristía. Quiso resumir en el pan y en el vino eucarísticos su vida, muerte y resurrección, para que siempre las recordásemos y nos ayudasen a vivir el presente en vista a nuestro futuro. Que no se nos borre de la memoria todo cuanto él hizo por nosotros. Quiere ser también alimento en nuestro caminar terreno, en nuestro compromiso voluntario de seguir sus pasos, de vivir su misma vida de entrega y de amor, mientras llegamos al reinado definitivo de Dios.
PRIMERA LECTURA: Exodo 24, 3-8
ESTA ES LA SANGRE DE LA ALIANZA QUE HACE EL SEÑOR CON USTEDES
La primera lectura de hoy procede del capítulo 24 del libro del Éxodo. Nos narra como Moisés, mediante la sangre de unas vacas, fórmula de sacrificio, confirma la alianza del pueblo judío con Dios. Después, la sangre de Cristo confirmará la nueva alianza que dura para siempre.
SALMO RESPONSORIAL: 115
Respondemos:
Alzaré la copa de la salvación, invocando el nombre del Señor
SEGUNDA LECTURA: Hebreos 9, 11-15
LA SANGRE DE CRISTO PODRA PURIFICAR NUESTRA CONCIENCIA
Escucharemos ahora en nuestra segunda lectura unas palabras muy bellas y certeras del capítulo 9 de la Carta a los Hebreos. Y es que nadie como el autor de esta Carta ha reflejado mejor el papel sacerdotal y sacrificial de Jesús, el Mesías. Y es que la sangre de Cristo, vertida por nuestros pecados, purificará para siempre a los redimidos por Él y, asimismo, purificará las conciencias de quienes -con entrega y sinceridad-siguen su camino.
EVANGELIO: Marcos 14, 12-16.22-26
ESTO ES MI CUERPO. ESTA ES MI SANGRE
El fragmento del Evangelio de San Marcos que se proclama a continuación narra con precisión y maestría el momento de la Instauración del Sacramento de la Eucaristía. Las palabras de Jesús que nos muestra Marcos han sido, desde hace muchos siglos, la fórmula litúrgica en el momento de la consagración: "Esto es mi cuerpo. Esta es mi sangre"

¿SOY DE CRISTO O SOY DEL MUNDO?
Importante pregunta a la que hay que responder con sinceridad, porque en estos tiempos parece que no nos importa abrazarnos a cualquier cosa o ideología.
¿Estamos convencidos de que no se puede servir a dos señores; sobre todo si son tan contrarios como Cristo y el mundo?
Debes reconocer que eres del mundo, si sigues sus máximas; si admites sus prácticas mundanas, si dices que no hay que exagerar en la religión; si dices que hay que alternar con ciertas modas de la vida "moderna"; si sigues la vida de quienes no quieren saber nada de Dios ni de la religión...
Eres de Cristo si le has declarado la guerra al mundo y no quieres nada con él; si participas de la vida espiritual que Cristo te pide; si vives una vida de preparación para entrar al Cielo, usándolo bueno de este mundo, pero sin apegarte al mundo. Usando los bienes de este mundo como quien vive aquí de paso.

DON BOSCO, HOMBRE EUCARISTICO
Y bien sabemos que para Don Bosco "el atractivo y el deseo de la Eucaristía son el lugar donde es posible descubrir la radicación de la fe y de la caridad, el gusto por las cosas celestiales, y en consecuencia el grado de perfección cristiana". Jesús, sobre todo Jesús eucarístico, domina la vida espiritual de Don Bosco y del ambiente que le tiene por centro. Es éste el Jesús con el que Don Bosco mismo conversa en la visita cotidiana, hecha por la tarde en la iglesia; el Jesús ante el cual coloca a sus jóvenes en oración, cuando sale a la ciudad a pedir limosna para ellos. Tratando con Él en los años de la ancianidad, cuando ya no logra controlarse plenamente, Don Bosco no puede ocultar el propio afecto y sus Misas están bañadas en lágrimas. Como educador, Don Bosco elevó a “principio de pedagogía" lo que era su convicción de fe y experiencia personal: "La confesión y comunión frecuentes y la Misa diaria son las columnas que deben sostener el edificio del cual se quieran tener alejados la amenaza y el palo".

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