Lima, 05-07-2009 / Año 105 - Nº 5464

LA EUCARISTIA LIBRA AL MUNDO DEL VENENO DEL MAL
Benedicto XVI
San Juan María Vianney solía decir a sus parroquianos: "Venid a la Comunión... Es verdad que no sois dignos, pero la necesitáis". Conscientes de ser indignos a causa de los pecados, pero necesitados de alimentarnos con el amor que el Señor nos ofrece en le sacramento eucarístico, renovemos nuestra fe en la presencia real de Cristo en la Eucaristía. No hay que dar por descontada nuestra fe. Hoy existe el peligro de una secularización que se infiltra incluso dentro de la Iglesia y que puede traducirse en un culto eucarístico formal y vacío, en celebraciones sin la participación del corazón que se expresa en la veneración y respeto de la liturgia. Siempre es fuerte la tentación de reducir la oración a momentos superficiales y apresurados, dejándose arrastrar por las actividades y por las preocupaciones terrenales. Cuando rezamos el Padrenuestro, decimos: "Danos hoy nuestro pan de cada día", pensando naturalmente en el pan de cada día para nosotros y para todos los hombres. Sin embargo, esta petición contiene algo más profundo. Algunos Padres de la Iglesia vieron aquí una referencia a la Eucaristía, el pan de la vida eterna, del nuevo mundo, que ya se nos da hoy en la santa misa, para que desde ahora el mundo futuro comience en nosotros.
CREO EN EL DIOS DE LA ALEGRIA
Cuando el hombre crece en lo que es, se vuelve más humano, más sensible ante Dios, ante los demás, ante la naturaleza, y ante sí mismo. Lo que en verdad importa es ser cada día más, con los otros (solidaridad) y para los otros (fraternidad). El ser más simplemente para uno mismo puede convertirse en puro individualismo egoísta. La vida es el tiempo de la calma, de la reflexión, de la prudencia, de la sabiduría; es la época del pasado que se proyecta en el presente. Es muy importante vivir el hoy y el aquí mirando hacia la eternidad.
MARIA SE CONSTRUYO SU IGLESIA
Como en Turín Ella habrá dicho: “de acá saldrá mi gloria para favorecer a mis devotos”. Y efectivamente se cuentan muchas gracias y favores concedidos por María Auxiliadora a quienes acuden a Ella con filial confianza. Pídele y prométele publicar, o escribir al Pan del Alma las gracias que recibas. Ella no se deja vencer en generosidad. El propio Templo de María Auxiliadora es todo un milagro de la ayuda de tan buena Madre. Muchos dudaban que se llevara a término “una obra de tan gran envergadura” para hace 100 años. Sin embargo con la fe de muchos y las ayudas de los ricos y de los pobres se levantó esa joya que ahora podemos admirar y que canta a las glorias de María.

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