Lima, 01-11-2009 / Año 105 - Nº 5481

SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS
Hoy, hermanos en Cristo, celebramos la fiesta de Todos los Santos. Es una fiesta alegre porque celebramos el triunfo gozoso de quienes están con Cristo Resucitado en el Cielo. Entre ellos están nuestros parientes y amigos que vivieron su fe en Cristo dentro de la iglesia.
PRIMERA LECTURA: Apocalipsis 7, 2-4.9-14
VI UNA MUCHEDUMBRE INMENSA DE TODAS LAS NACIONES, RAZAS Y LENGUAS
En esta lectura, san Juan describe la visión que él tuvo de la muchedumbre de los elegidos. Es el nuevo Israel, la multitud de los fieles de Cristo. Ellos dan gracias a Dios y al cordero que los salvó.
SALMO 23
Respondemos: "Esta es la clase de hombres que te buscan, Señor"
SEGUNDA LECTURA: 1ª Juan 3, 1-3
VEREMOS A DIOS TAL CUAL ES
La primera carta de san Juan nos habla de la filiación divina del cristiano. Somos hijos de Dios; aún no estamos viviendo con la gloria y resplandor que a tales hijos corresponde, pero un día seremos semejantes a Cristo.
EVANGELIO: Mateo 5, 1-12
ALEGRENSE PORQUE SU PREMIO SERA GRANDE EN LOS CIELOS
El camino para llegar al cielo son las Bienaventuranzas. En las ocho Bienaventuranzas encontramos el espíritu del Reino de Dios que debe animar a todos los cristianos.
LOS DIFUNTOS: 2 DE NOVIEMBRE
La Iglesia nos anima a conmemorar a todos los difuntos, que pueden estar todavía purificándose en algún lugar de penitencia. Ese lugar lo llamamos Purgatorio, porque es precisamente donde se purga la deuda que todavía pueden tener con Dios los que han muerto sin estar en pecado grave. Rezamos por esas almas porque no sabemos si ya pasaron al Cielo. Estamos seguros solamente de aquéllos que ha han sido canonizados. La conmemoración de los difuntos es muy antigua; data del año 998 cuando la instituyó el monje benedictino San Odilón, quinto Abad de la abadía de Cluny, al sur de Francia. En el siglo XIV comenzó a extenderse por toda la Iglesia. En 1998 se celebró el centenario de la fundación de la Archiconfraternidad de Nuestra Señora de Cluny, encargada de rezar por las almas del Purgatorio. Nosotros tenemos que pedirle a Dios que les abrevie esos sufrimientos que los purifican. Ofrezcamos al Eterno Padre, el corazón de Jesús con todo su amor, sus sufrimientos y sus méritos como expiación que borre esos pecados por los que están todavía purificándose en ese lugar de penas.
DON BOSCO Y LA FORMACION EN LA HUMILDAD
Los humildes y sinceros sentimientos de Don Bosco, están expresados en estas palabras, proferidas hacia el fin de su vida: "Creo que si el Señor, hubiera hallado un instrumento más vil y más débil que yo, se hubiera servido de él para llevar a cabo sus obras". La virgen María, la más humilde y excelsa de todas las criaturas, nos ayude a hacer de nuestra vida, siguiendo su ejemplo, un perenne Magnificat: ¡mi alma glorifica al Señor! Sea este nuestro habitual estado de ánimo: no busquemos la gloria efímera del mundo, sino la gloria de la vida futura.

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