Lima, 15-11-2009 / Año 105 - Nº 5483

DOMINGO XXXIII DEL TIEMPO ORDINARIO
La Asamblea que formamos cada domingo tiene un significado muy profundo. De Eucaristía en Eucaristía, somos llamados a preparar la gran Asamblea de todos los hombres al fin de los tiempos y avanzamos hacia la realización total de la obra de Dios. Acojamos desde hoy el juicio que Dios lleva sobre nuestra vida y sobre la historia del mundo.
PRIMERALECTURA: Daniel 12,1-3
POR AQUEL TIEMPO SE SALVARA TU PUEBLO
El profeta Daniel nos anima a luchar contra todo enemigo de Dios, para permanecer fieles a nuestro Dios.
SALMO 15, 5 y 8.9-10.11
Respondemos: “Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti”
SEGUNDA LECTURA: Hebreos 10, 11-14.18
CRISTO OFRECIO POR LOS PECADOS UN SOLO SACRIFICIO
El autor de esta carta a los Hebreos compara los sacerdotes y sacrificio judíos con Jesús y lo que Él realizó para siempre. Nuestra confianza descansa en Cristo. Él nos hará participar plenamente de su gloria.
EVANGELIO: Marcos 13, 24-32
REUNIRA A SUS ELEGIDOS DE LOS CUATRO VIENTOS
Jesús, el Hijo del Hombre, intervendrá al fin de los tiempos, de manera decisiva. Es la afirmación de nuestra fe: "Vendrá de nuevo con gloria para juzgar a vivos y muertos y su reino no tendrá fin". Pero será para los creyentes, no un cataclismo, sino una primavera.
DIOS NOS HABLA
La Biblia es la palabra de Dios. Dios inspira al escritor sagrado y éste pone en el papel los conceptos que Dios le comunica. Se ve claramente en toda la Biblia una unidad en todo el sentido de los más diversos mensajes que se van expresando. Los escritores sagrados han escrito en épocas muy distantes y en circunstancias diversísimas, que podrían haber influido en cambios en cuestiones esenciales, cosa que no ha sucedido; y esto precisamente porque es uno, eterno, quien dictó los conceptos. Vemos en los acontecimientos diarios, cómo cuando un hecho pasa de boca en boca, llega a ser, muchas veces, completamente desfigurado. Con la Biblia no ha sucedido eso. Es que es Dios, quien comunica a los hombres su palabra. Palabra que ha pasado de generación en generación, de padres a hijos. Luego ha sido escrita por hombres inspirados. ¡Cómo me sirven estas consideraciones para reafirmarme en mi fe en El! La palabra que ha conservado siempre una misma dirección, una robusta unidad, es palabra de Dios. Es El; es su Palabra, siempre igual, siempre una, llena de la misma riqueza de Dios, su autor. i Oh Señor, al recibir tu palabra, se refuerza mi fe en ti!
DON BOSCO Y LA FORMACION EN LA CASTIDAD
Santo Tomás enseña que ninguna virtud es virtud, si no está animada por el amor divino. Esto se aplica también a la castidad, la cual no es sino amor a Dios inmanente y presente en nosotros; delicadeza hacia Dios, nuestro huésped, que nos lleva al dominio de la sensualidad y a la total exclusiva rendición y consagración a Dios, que se da enteramente a nosotros.

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