Lima, 22-11-2009 / Año 105 - Nº 5484

SOLEMNIDAD DE CRISTO REY
Llega para nosotros, hermanos, el último domingo del año litúrgico, A lo largo de las semanas pasadas, hemos caminado con Cristo resucitado, tratando de vivir de su espíritu y de su amor, esforzándonos por ser sus fieles discípulos con el testimonio de nuestra vida. Ha llegado el momento de proclamar solemnemente que Él es el Señor de nuestra vida, nuestro Rey al que le debemos plena obediencia y sumisión.
PRIMERA LECTURA: Daniel 7, 13-14
SU DOMINIO ES ETERNO Y NO PASA
El libro de Daniel presenta el personaje que triunfa del caos e inaugura el mundo nuevo y es al mismo tiempo humano y divino. Es la persona de nuestro Salvador y Rey, Cristo.
SALMO 92, 1ab.1c- 2.5
Respondemos: "El Señor reina sobre toda la tierra"
SEGUNDA LECTURA: Apocalipsis 1, 5-8
EL PRINCIPE DE LOS REYES DE LA TIERRA NOS HA CONVERTIDO EN UN REINO Y HECHO SACERDOTES DE DIOS
Este texto nos presenta a Jesucristo como Aquel que el Profeta Daniel veía "en las nubes viniendo del cielo"; era el cuadro tradicional de las apariciones de Dios mismo.
EVANGELIO: Juan 18, 33b-37
PAN Y VINO – JESUS EN EL ALTAR
¡Qué hermosas custodias ha fabricado el hombre para exponer el Sacramento a la adoración de los fieles. Oro, plata, piedras preciosas dispuestas con arte en esas custodias que son verdaderos trabajos admirables. El se lo merece de nuestra parte. Es el Dueño, Creador de todo ese caudal de belleza. Pero pienso que cuando tengo la Hostia, Cuerpo de Cristo, entre mis manos y la elevo ante los fieles, y cuando tomo ese Cáliz con el vino consagrado, Sangre de Cristo, y lo ofrezco a la adoración de los fieles, debo ser mejor que esas obras inertes, sin vida. Y yo, ¿qué soy? ¿Qué soy para sostener en mis indignas manos al Señor, bajo las especies de pan y de vino, y mostrarlo para que sea adorado? El pecador muestra al Señor al que ofende. El pecador sostiene al Señor que siempre perdona. La débil creatura muestra entre sus manos al Todopoderoso. ¡Qué misterios! Anonada considerar tales circunstancias. Señor, mientras te elevo entre mis humanas manos, me siento tan extraño que todo mi ser se sume en la perplejidad. Sólo tu amor y tu perdón hacen posible lo que para nuestras inteligencias es algo inaudito. Hazme digno, Señor. Purifícame, para que te eleve con manos inmaculadas
DON BOSCO Y LA FORMACION EN LA CASTIDAD
Contra las potencias oscuras de la naturaleza, alteradas por el pecado original y la concupiscencia, la Providencia divina nos dio al espíritu Santo, que vive en nosotros para refrenar estos instintos: “el amor divino se ha derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que se nos ha dado" (Rom 5,5). La castidad no es, extinción de la vida; es sólo extinción del mal, freno de las desordenadas concupiscencias de la carne; la castidad es en cambio vida divina triunfante; es alegría, es victoria del espíritu y de la luz sobre las tinieblas de la sensualidad.

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