Lima, 29-11-2009 / Año 105 - Nº 5485

EN NOMBRE DE LA FAMILIA HUMANA
Benedicto XVI
Una denuncia clara y realista de una situación intolerable: crece el número de los que pasan hambre, pero no se toma conciencia de ello. Habló en estos términos Benedicto XVI ante la FAO, la organización de las Naciones Unidas para la agricultura y la alimentación, que ha reunido una cumbre mundial sobre seguridad alimentaria. En continuidad con la encíclica Caritas in veritate y con las enseñanzas de sus predecesores, el Papa repite que el drama de la pobreza -de la que “el hombre es el signo más cruel y concreto"- no depende del aumento de la población, Este es un dato confirmado y se niega únicamente por motivaciones ideológicas o para defender intereses y privilegios. Pablo VI ya lo había dicho en las dos encíclicas hermanas en defensa de la vida humana (Populorum progressio y Humanae vitae); Juan Pablo II lo repitió más tarde en diversas ocasiones; y hoy lo corrobora su sucesor, también con la fuerza de un consenso que ahora comienza a difundirse en los organismos internacionales.
DIOS NO ASUSTA (3)
No hijo, a mí me gustan los helados pero prefiero que los comas tú que estas sudado mucho. Y me lo comí. El de Dios y el mío. La mamá no supo qué responder. Su argumento no servía. Como de costumbre trataba de controlar a su hijo con miedo: "Dios ve todo lo que haces, y luego te castiga". Pero esta vez, Dios se había puesto del lado de Carlitos. ¿Por qué usaremos a Dios siempre para imponer nuestros criterios? Lo utilizamos como el cuco de los niños y ellos crecen más con miedo que con amor a Él.
MERO REFLEJO
Cuando damos demasiada importancia a lo que piensan y hablan de nosotros es, como si nos miráramos a nosotros mimos de fuera hacia adentro. Es como cuando alguien, mirándose a un espejo, ve en la imagen allí reflejada el original, y no un mero reflejo. Si valoras demasiado lo que hablan de ti, de modo sea positiva o negativamente, acabas despersonalizándote, pues pasas a vivir en función de los que piensan las personas, y no de conformidad con lo que tú realmente eres. ¡Ser lo que somos es lo que vale! Y es así que amamos y somos amados por Dios y por las personas. Sin máscaras. Sin artificios. No tengas miedo de aquellos que pueden robarte la alegría, pero de ningún modo pueden ofuscar el brillo de tu paz.

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