Lima, 17-01-2010 / Año 106 - Nº 5492

REAVIVAR EL SENTIDO LITURGICO EN LA VIDA DE LA IGLESIA
Cardenal Antonio Cañizares Llovera
Reavivar el espíritu y el verdadero sentido de la liturgia en la vida de la Iglesia, de todos los fieles, es un desafío y cometido principal siempre, pero aún más en estos momentos. Es urgente, en efecto, que se reavive el genuino y verdadero sentido de la liturgia, porque es algo que está en la misma entraña del ser y de la vida de la Iglesia: la liturgia es culto a Dios, instrumento de santificación, celebración de la fe de la Iglesia y medio de su transmisión. En ella se abren las puertas del cielo y los fieles entran en comunión con la santa e indivisible Trinidad, experimentando su participación en la naturaleza divina como don de la gracia. La liturgia nos remite a Dios; el sujeto de la liturgia es Dios, el Padre; es Cristo, el Hijo de Dios vivo; es el Espíritu Santo, que nos introduce en el misterio de Dios y nos santifica, nos hace ser hombres nuevos, hijos suyos, conforma a su voluntad creadora y redentora. El sujeto de la liturgia, como de toda la obra de la salvación, no somos nosotros. La liturgia significa, ante todo, hablar de Dios, presencia y acción de Dios: reconocer a Dios en el centro de todo, de quien nos viene todo bien; es glorificar a Dios, dejar que Dios actúe y obre su salvación, nos renueve y santifique.
LAS DIMENSIONES DE LA VIDA HUMANA: LA DIMENSION INTELECTUAL
Está relacionada con el desarrollo de nuestra capacidad intelectual. El ser humano, además de tener un cuerpo, es también una inteligencia a la que debemos atender y potenciar al máximo. La mente tiene una importancia vital y una relación directa con el equilibrio personal. Cada uno de nosotros es, en cierta medida, obra de su mente y de sus pensamientos. Si nuestros pensamientos son positivos, alegres y constructivos, nuestras vidas serán positivas, alegres y constructivas; mientras que, por el contrario, si son negativos, tristes y destructivos, nuestras vidas serán negativas, tristes y destructivas. Por eso, debemos ejercitar y cultivar nuestra mente abriendo nuevos horizontes intelectuales a través de la lectura, la escritura, el diálogo, el estudio, el desarrollo de la memoria y la reflexión; así como adoptar una actitud positiva ante la vida.
AMAR
Es despojarse de sí, para perderse en la persona amada. Es brindar una sonrisa, compartir cada lágrima derramada. Es multiplicar sueños; substraer enfados y miedos; es sumar esperanzas; dividir dolores y secretos. Amar es creer que nada ocurre sin una razón, cuando es grande el corazón. En la ternura de ese amanecer, inicio de una jornada inédita, reflexiona un poco sobre tu convivencia en familia, y sobre qué hacer para ser un poco mejor. Los resultados positivos de tu vida dependen del amor, de la armonía y de la "complicidad" existente en tu propia casa.

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