Lima, 07-03-2010 / Año 106 - Nº 5499

III DOMINGO DE CUARESMA
Mientras los días de Cuaresma pasan, se nos hace más difícil continuar con el fervor de la penitencia, de la conversión y de la oración. Para renovar nuestro esfuerzo y no claudicar la Iglesia nos presenta hoy la parábola de la higuera estéril. Es necesario estar convencidos: que la fe cristiana no es una rutina, no se vive sólo en un momento o tiempo determinado, ella nos impulsa a vivir cada día las enseñanzas del Señor para alcanzar la plenitud de nuestra vida.
PRIMERA LECTURA: Éxodo 3, 1- 8a.13 - 15
"YO SOY" ME ENVIA A USTEDES
En esta narración tenemos el primer encuentro de Moisés con Dios. Moisés responde al llamado de Dios y prepara para su misión profética. Dios quiere salvar a su pueblo y Moisés será el mediador.
SALMO 102, 1-2, 3-4.6-7.8 y 11
Respondemos: "El Señor es compasivo y misericordioso"
SEGUNDA LECTURA. 1ª Co 10, 1- 6. 10-12
LA VIDA DEL PUEBLO CON MOISES EN EL DESIERTO FUE ESCRITO PARA ESCARMIENTO NUESTRO
San Pablo recuerda a los Corintios los acontecimientos del Éxodo y los invita a sacar consecuencias de la historia de Israel. Después del Éxodo, los judíos fueron adoptados como "Pueblo de Dios". La fidelidad cristiana consiste en poner a Dios por encima de todo lo creado.
EVANGELIO: Lucas 13, 1- 9
SI NO SE CONVIERTEN, TODOS PERECERAN DE LA MISMA MANERA
El Evangelio, de hoy, contiene dos partes: en la primera el Señor habla de las tragedias humanas y la necesidad de nuestra sincera conversión a Él; en la segunda parte, nos presenta la parábola de la higuera estéril. El Señor piensa en Israel, su pueblo. Hoy nos habla a nosotros los cristianos.
MI MUERTE
Las veces que veo un féretro, pienso: "Un día también mi cuerpo estará dentro de un cajón para ser puesto en un nicho, en un hoyo, y tapiado, y... ¿No es impresionante? Pero no nos es tan difícil sentir que es una liberación, porque ese cuerpo que se entierra, ya no soy yo. Es como cuando me corto las uñas o el cabello; los restos se echan a la basura porque ya no forman parte de mí. Lo mismo que sucede con esas partes de mi cuerpo, sucederá cuando todo el cuerpo deje de tener la capacidad de sustentar a mi yo, al centro de la vida, a mi alma. Se echará ese cuerpo ya inútil, no diré a la basura, pero sí a la tierra de la que está formado. No pienses que te sentirás encerrado en un cajón. Piensa que te sentirás liberado de las ataduras, de las limitaciones de la materia y que entrarás a la verdadera libertad de los hijos de Dios. Como dice el Prefacio de la misa de los difuntos: "Nuestra vida no termina, se transforma" No morimos; nacemos a una nueva forma de vivir en Cristo nuestro Señor Resucitado.
DON BOSCO Y LA VIDA INTERIOR
La piedad no es un vestido que se pone en las grandes solemnidades y luego se quieta, sino una constante actitud de amor y de dependencia con respecto a Dios, considerado como padre. Es, pues, claro que la piedad y la vida interior son inseparables, siendo la constante vida interior el más hermoso fruto de la piedad sentida y vivida.

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