Lima, 14-03-2010 / Año 106 - Nº 5500

IV DOMINGO DE CUARESMA
La misericordia de Dios con nosotros pecadores, se refleja en la liturgia de hoy. En su Carta, san Pablo nos llama a la reconciliación con Dios. En el evangelio el Señor nos describe al Hijo Pródigo. Dios nos nuestra su misericordia. Aceptemos esa oferta y celebremos la Eucaristía dando gracias a Dios por todo su amor.
PRIMERA LECTURA: Josué 5, 9a.10-12
EL PUEBLO DE DIOS CELEBRA LA PASCUA, DESPUES DE ENTRAR EN LA TIERRA PROMETIDA
La primera lectura nos indica que el "Éxodo" está al final. El pueblo escogido por Dios está por entrar en la tierra prometida. Cesa el maná. Ahora comerán los frutos de la nueva tierra. Nosotros somos pueblo escogido y podemos comer los manjares de la Palabra de Dios y de la Eucaristía.
SALMO 33, 2-3.4-5.6-7
Respondemos: "Gusten y vean qué bueno es el Señor"
SEGUNDA LECTURA: 2ª Corintios 5, 17-21
DIOS, POR MEDIO DE CRISTO, NOS RECONCILlO CONSIGO
San Pablo en su Carta a los Corintios explica la gran obra de la Redención. El hombre está reconciliado con Dios, en y por Cristo. Falta ahora la respuesta personal de cada uno de nosotros.
EVANGELIO: Lucas 15, 1 -3.11 -32
"ESTE HERMANO TUYO ESTABA MUERTO Y HA VUELTO A LA VIDA"
El Evangelio de hoy nos narra la parábola del hijo pródigo, o mejor, la parábola del amor del Padre. La figura principal no es el Hijo Pródigo arrepentido. Jesucristo quiere descubrirnos el amor del Padre que esperaba al Hijo y cuando llega lo recibe con el mismo amor. Dios nos ama, nos espera.
EL MAS ALLA
He vivido una experiencia que es, para mi, una reafirmación del más allá; de la existencia de esa otra vida en la que he creído desde que tuve uso de razón. El hecho fue, que habiendo llevado a un hermano coadjutor al médico, y estando en la antesala esperando, comencé a sentir un vértigo, mareo, frío. Estando así, salió el médico con el hermano. Yo enseguida le dije: "Doctor, me siento mal." Y él: "Sí, se le ve "chocado", pase". Pasé al consultorio, me senté en un cómodo y ancho sillón tapizado en cuero, y mientras el médico me colocaba en el brazo la banda inflable para medirme la presión, sentí que el vértigo se hacía más patente y dije: "Doctor se me va todo", y perdí e conocimiento. En ese momento, estaba yo completamente inconsciente, porque no sentí, no me di cuenta, que el médico, seguramente ayudado por el hermano salesiano me tendió en el suelo. No sé cuánto tiempo duraría esta operación. Pero, algo de mí salió de mi cuerpo; sentía que era yo; me sentía yo, allí como de pie junto a mi cuerpo; veía mi cuerpo tendido en el piso. Vi al médico preparando una inyección; vi todos los detalles, mezclando, moviendo; luego la jeringa, su preparación, absorbía el contenido en la jeringa. El médico se agachó, me liberó un poco de la ropa, y aplicó la inyección. Al momento en que introdujo la aguja en mi muslo, sin sentir yo el hincón, volví en mí. ¿Cuánto tiempo duró esto? No lo sé. Pero el caso innegable es que no fue un sueño, ni una imaginación, fui yo, fuera de mi cuerpo, mirando mi cuerpo tendido en el piso, desde ese otro modo de vivir "después de la muerte". Hay otro modo de vivir después de esta vida. "Nuestra vida no termina, se transforma". Volaremos a lo que habremos ganado con nuestras buenas obras.
DON BOSCO Y LA VIDA INTERIOR
Pero si es verdad que la piedad no consiste sólo en las distintas prácticas religiosas, es también verdad que no hay piedad sin prácticas de piedad, así como no hay fuego sin combustible. No hay atleta ni artista que quiera mantenerse en forma sin hacer ejercicios. También los ejercicios y las prácticas de piedad cultivan y forman al hombre en la piedad.

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