Lima, 21-02-2010 / Año 106 - Nº 5497


LA JUSTICIA DE DIOS SE HA MANIFESTADO POR MEDIO DE LA FE EN CRISTO Rm 3, 21-22
MENSAJE DEL PAPA PARA LA CUARESMA
Queridos hermanos y hermanas: Cada año, con ocasión de la Cuaresma, la Iglesia nos invita a una sincera revisión de nuestra vida a la luz de las enseñanzas evangélicas. Este año quiero proponeros algunas reflexiones sobre el vasto tema de la justicia, partiendo de la afirmación paulina: La justicia de Dios se ha manifestado por la fe en Jesucristo (cf. Rm 3,21-22). Justicia: "dare cuique suum" ("dar a cada uno lo suyo") Me detengo, en primer lugar, en el significado de la palabra "justicia", que en el lenguaje común implica "dar a cada uno lo suyo" - "dare cuique suum", según la famosa expresión de Ulpiano, un jurista romano del siglo III. Sin embargo, esta clásica definición no aclara en realidad en qué consiste "lo suyo" que hay que asegurar a cada uno. Aquello de lo que el hombre tiene más necesidad no se le puede garantizar por ley. Para gozar de una existencia en plenitud, necesita algo más íntimo que se le puede conceder sólo gratuitamente: podríamos decir que el hombre vive del amor que sólo Dios, que lo ha creado a su imagen y semejanza, puede comunicarle. Los bienes materiales ciertamente son útiles y necesarios (es más, Jesús mismo se preocupó de curar a los enfermos, de dar de comer a la multitud que lo seguía y sin duda condena la indiferencia que también hoy provoca la muerte de centenares de millones de seres humanos por falta de alimentos, de agua y de medicinas), pero la justicia "distributiva" no proporciona al ser humano todo "lo suyo" que le corresponde. Este, además del pan y más que el pan, necesita a Dios. Observa san Agustín: si "la justicia es la virtud que distribuye a cada uno lo suyo... no es justicia humana la que aparta al hombre del verdadero Dios" (De Civitate Dei XIX 21)
DIOS SIEMPRE LLEGA EN EL MOMENTO JUSTO
El niño se puso su ropa para el frío y le dijo a su padre: papá, estoy listo. Su papá, le dijo: Listo ¿para qué? "Papá, es hora de ir afuera y repartir nuestros volantes. El papá respondió: Hijo, está muy frío afuera y está lloviznando. El niño miró sorprendido a su padre y le dijo: Pero Papá, la gente necesita saber de Dios aún en los días lluviosos. El Papá contestó: Hijo yo no voy a ir afuera con este tiempo. Con desespero, el niño dijo: Papá, ¿puedo ir yo solo? Por favor. Su padre titubeó por un momento y luego dijo: Hijo, tu puedes ir. Aquí tienes los volantes, ten cuidado. ¡Gracias Papá! Y con esto, el hijo se fue debajo de la lluvia. El niño de 11 años caminó todas las calles del pueblo, repartiendo los volantes a las personas que veía. Después de 2 horas caminando bajo la lluvia, con frío y su último volante, se detuvo en una esquina y miró a ver si veía a alguien a quien darle el volante, pero las calles estaban totalmente desiertas. Entonces él se viró hacia la primera casa que vio, camino hasta la puerta del frente, tocó el timbre varias veces y esperó, pero nadie salio.

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