Lima, 28-02-2010 / Año 106 - Nº 5498

II DOMINGO DE CUARESMA
Celebramos hoy la Transfiguración de Cristo y la promesa de nuestra propia transformación también. En la escena de la Transfiguración los profetas hablan sobre los sufrimientos y la muerte de Cristo. Nuestra propia transformación será a base de la superación de las dificultades del diario vivir. Participemos en nuestra celebración para que nos ayude a transformarnos en mejores cristianos y así asemejarnos más a Cristo, nuestro Redentor y Salvador.
PRIMERA LECTURA: Génesis 15, 5-12.17-18
DIOS HACE ALIANZA CON ABRAHAM, EL CREYENTE

La primera lectura narra un ceremonial sacrificial muy antiguo; en esta ceremonia Abraham ofrece a Dios un sacrificio, para sellar el pacto. La última parte de la narración es la aceptación del sacrificio por parte de Dios, simbolizado en el fuego. Es la alianza de Dios con Abraham y con nosotros mismos.
SALMO: 26, 1.7-8a.8b-9abc.13-14
Respondemos: "El Señor es mí luz y mi salvación"
SEGUNDA LECTURA: Filipenses 3, 17- 4, 1
CRISTO NOS TRANSFORMARA, SEGUN EL MODELO DE SU CUERPO GLORIOSO

En su carta a los filipenses, san Pablo se presenta a sí mismo como modelo en el trabajo por la santidad. Pablo tiene a Cristo como ejemplo. San Pablo exhorta a los filipenses a imitarlo.
EVANGELIO: Lucas 9, 28b-36
MIENTRAS ORABA, EL ASPECTO DE SU ROSTRO CAMBIO

La Transfiguración de Cristo, Lucas la sitúa en un contexto de oración e incluyó la conversación entre Jesús y sus compañeros, sobre la muerte de Cristo. Los apóstoles vieron la gloria de Cristo antes de su pasión y muerte. La palabra del Padre es para nosotros: "Este es mi hijo, escuchadle"
JESUS SACRAMENTADO
La Hostia Santa; ¡Qué misterio! Veo un pedazo de pan y es el Hacedor de todo el Universo. Cuando elevo esa Hostia para su adoración, estoy sosteniendo a mi Creador. Soy custodia que presenta al que me creó. Mi espíritu se postra asustado. Mi espíritu enmudece ante tal hecho me quedo estupefacto como si fuera un sueño, pero es cierto. Por eso me siento confundido, sorprendido, cuando veo tratar el copón con las Hostias, Cuerpo del Señor, con ligereza, casi se tira fuera del corporal. ¿Por qué tal actitud? ¿Es que quien realiza tal acto no se ha percatado totalmente de lo que hace? Ayúdame, Jesús; concédeme la gracia de ver, de entender, de sentir cada vez con mayor claridad, con mayor emoción, con más sentida adoración; aumenta mi fe en el Misterio maravilloso por el que Tú te haces Pan para ser mi alimento. Que cada día crezca mi fe en esta maravilla de tu poder de Dios. Ante este total acercamiento a la miseria de mi ser, me postro y te adoro. Me postro hasta lo más profundo de mi ser, ante el prodigio que tu misericordia ha encontrado para mí, tu criatura. Para llevarme a Tí. Te haces "nada", para que yo sea algo en Tí. Te haces alimento, para darme fuerzas en el camino hacia tu casa en la eternidad. Tú, Jesús, Dios, todo Tú, Cuerpo, Sangre, Alma, y Divinidad, te haces Pan, para entrar en mí y cambiar mi miseria en tu imagen divina. Tesoro admirable que sólo podía salir de las manos de Dios. Me postro ante Tí, te adoro; te amo.
DON BOSCO Y LA VIDA INTERIOR
Don Bosco no creía en la piedad de los cabezudos, de los comilones y de los holgazanes. Don Bosco creía en la piedad de los obedientes, de los templados y de los trabajadores. La piedad es la virtud que reviste a todo el hombre, mente y corazón, en la iglesia y fuera de ella en las palabras y en las acciones, y hace de él un monumento vivo de la gloria de Dios, un hijo afectuoso y obediente del más tierno de los padres.

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