Lima, 11-04-2010 / Año 106 - Nº 5504

MENSAJE DEL PAPA BENEDICTO XVI A LOS JOVENES
Con motivo de la próxima Jornada Mundial de la Juventud
1. Jesús se encuentra a un joven

Se ponía ya [Jesús] en camino cuando uno corrió a su encuentro y arrodillándose ante él, le preguntó: "Maestro bueno, ¿qué he de hacer para tener en herencia vida eterna?"Jesús le dijo: "¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios. Ya sabes los mandamientos: No mates, no cometas adulterio, no robes, no levantes falso testimonio, no seas injusto, honra a tu padre y a tu madre" El, entonces, le dijo: “Maestro, todo eso lo he guardado desde mi juventud” Jesús, fijando en él su mirada, le amó y le dijo: “Una cosa te falta: anda, cuanto tienes véndelo y dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo, luego, ven y sígueme" Pero él, abatido por estas palabras, se marchó entristecido, porque tenía mucho bienes. (Mc. 10,17-22). Este relato expresa de manera eficaz la gran atención de Jesús hacia los jóvenes, hacia vosotros, hacia vuestras expectativas, vuestras esperanzas, y muestra qué grande es su deseo de encontraros personalmente y de abrir un diálogo con cada uno de vosotros. Cristo, de hecho, interrumpe su camino para responder a la pregunta de su interlocutor, manifestando plena disponibilidad hacia ese joven, que estaba movido por un ardiente deseo de hablar con el "Maestro bueno", para aprender de Él a recorrer el camino de la vida. Con este pasaje evangélico, mi Predecesor quería exhortar a cada uno de vosotros a "desarrollar su propio coloquio con Cristo un coloquio que es de fundamental importancia y esencial para un joven" (Carta a los jóvenes, n.2)
SEGUIR A JESUS
La vida es la base del hombre en el mundo. La solidaridad y la fraternidad son dos principios básicos para todo cristiano. Jesús, el Señor resucitado, a quien seguimos, fue el hombre solidario y fraterno por excelencia. Estuvo siempre al lado de los más débiles y vivió radicalmente la fraternidad a la que además señaló como mandamiento clave de su mensaje. “Para ser más hay que tener menos”
LA LLAVE DE LA FELICIDAD
Dios se hizo hombre, nació de una mujer, convirtiéndose en uno de nosotros, para que aprendiéramos de nuevo a ser más humanos los unos con los otros y redescubriéramos el camino de la bondad, de la ternura y del amor. Camino de aquellos y aquellas que entendieron que ¡ser grandes es estar al servicio! Nadie es mayor que nadie. Grandeza es tener disposición para servir, por amor. Los dones, las cualidades que Dios nos confió, no son para nuestra vanidad personal o para juzgarnos mejores, sino para servirnos unos a otros, como Él lo hizo, cuando estuvo aquí, como hombre. La llave de tu corazón está contigo. Tú lo abres para quien quieras. ¡Tú sirves a quien quieres servir! Aun así, la llave de la felicidad es el amor quien la tiene. ¡Y el amor no anula, ni acostumbra excluir a las personas! ¡Piensa en eso...Vale la pena reflexionar!

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