Mensaje Papa Benedicto XVI a los jóvenes
Con motivo de la próxima Jornada Mundial de la Juventud
5. Orientados hacia la vida eterna
"¿Qué debo hacer para tener en herencia la vida eterna?". Esta pregunta del joven del Evangelio parece alejada de las preocupaciones de muchos jóvenes contemporáneos, ya que, como observaba mi Predecesor, "¿no somos nosotros la generación a la que el mundo y el progreso temporal llenan completamente el horizonte de la existencia?" (Carta a los jóvenes, n. 5). Pero la pregunta sobre la "vida eterna" aflora en momentos dolorosos particulares de la existencia, cuando sufrimos la pérdida de una persona cercana o cuando vivimos la experiencia del fracaso. Pero ¿qué es la vida eterna a la que se refiere el joven rico? Nos lo ilustra Jesús cuando, dirigiéndose a sus discípulos, afirma: "Volveré a veros y se alegrará vuestro corazón y vuestra alegría nadie os la podrá quitar" (Jn 16,22). Son palabras que indican una propuesta exaltadora de felicidad sin fin, del gozo de ser colmados por el amor divino para siempre. Preguntarse sobre el futuro definitivo que nos espera a cada uno de nosotros da sentido pleno a la existencia, ya que orienta el proyecto de vida hacia horizontes no limitados y pasajeros, sino amplios y profundos, que llevan a amar el mundo, tan amado por el mismo Dios, a dedicarnos a su desarrollo, pero siempre con la libertad y la alegría que nacen de la fe y de esperanza. Son horizontes que ayudan a no absolutizar las realidades terrenas, sintiendo que Dios nos prepara una perspectiva más grande, y a repetir con san Agustín: "Deseemos juntos la patria celeste, suspiremos hacia la patria celeste, sintámonos peregrinos aquí abajo" (Comentario al Evangelio de san Juan, Homilía 35,9). Teniendo fija la mirada en la vida eterna, el Beato Pier Giorgio Frassati, muerto en 1925 a la edad de 24 años, decía: "¡Quiero vivir y no vivaquear!", y en la foto de una escalada, enviada a un amigo, escribía: "Hacia lo alto", aludiendo a la perfección cristiana, pero también a la vida eterna. Queridos jóvenes, os exhorto a no olvidar esta perspectiva en vuestro proyecto de vida: estamos llamados a la eternidad. Dios nos ha creado para estar con Él, para siempre. Ésta os ayudará a dar un sentido pleno a vuestras elecciones y a dar calidad a vuestra existencia.
FELIZ DIA DE LA MADRE
Madre mía, tu silencio me confunde, me aturde. Te pido una palabra que tienda a mi alma el saber. La palabra de oro que despierte y encienda mis pensamientos que aleje el misterio. Necesito sentirlas aquellas que divulgan la verdad, los sentimientos. Esas que reclaman, que agradecen. Palabras que marcan y desarman el alma. O tan solo las que pintan una sonrisa a la vida que confunde o ahuyentan las heridas. Deseo oírte, madre, en la melodía de tus palabras que cargan, pesan, arrastran una historia, un recuerdo. ¡Si! son las que abarcan y me cubren con su manto protector. Todas esas, madre, bordadas y cantadas con sinceridad, amor y dedicación. Tienen poder, valor, consideración porque nacen del alma y permanecen siendo inolvidables. Mamá querida. Mamá cuánta alegría por tenerte a mi lado, usted que me supo dar todo cariño y guiar por la vida. Usted que dio su tiempo para hacernos crecer con paciencia y amor. Mamá déjame guiarte ahora por la senda de mi camino, déjame mostrar mi mundo con amor y valor. Mamá, aunque nunca te pueda pagar por tanto amor, te doy mi amor completo y te enseñaré todo lo que conocí. Gracias mamá por estar junto a mí, que DIOS te bendiga eternamente.
Con motivo de la próxima Jornada Mundial de la Juventud
5. Orientados hacia la vida eterna
"¿Qué debo hacer para tener en herencia la vida eterna?". Esta pregunta del joven del Evangelio parece alejada de las preocupaciones de muchos jóvenes contemporáneos, ya que, como observaba mi Predecesor, "¿no somos nosotros la generación a la que el mundo y el progreso temporal llenan completamente el horizonte de la existencia?" (Carta a los jóvenes, n. 5). Pero la pregunta sobre la "vida eterna" aflora en momentos dolorosos particulares de la existencia, cuando sufrimos la pérdida de una persona cercana o cuando vivimos la experiencia del fracaso. Pero ¿qué es la vida eterna a la que se refiere el joven rico? Nos lo ilustra Jesús cuando, dirigiéndose a sus discípulos, afirma: "Volveré a veros y se alegrará vuestro corazón y vuestra alegría nadie os la podrá quitar" (Jn 16,22). Son palabras que indican una propuesta exaltadora de felicidad sin fin, del gozo de ser colmados por el amor divino para siempre. Preguntarse sobre el futuro definitivo que nos espera a cada uno de nosotros da sentido pleno a la existencia, ya que orienta el proyecto de vida hacia horizontes no limitados y pasajeros, sino amplios y profundos, que llevan a amar el mundo, tan amado por el mismo Dios, a dedicarnos a su desarrollo, pero siempre con la libertad y la alegría que nacen de la fe y de esperanza. Son horizontes que ayudan a no absolutizar las realidades terrenas, sintiendo que Dios nos prepara una perspectiva más grande, y a repetir con san Agustín: "Deseemos juntos la patria celeste, suspiremos hacia la patria celeste, sintámonos peregrinos aquí abajo" (Comentario al Evangelio de san Juan, Homilía 35,9). Teniendo fija la mirada en la vida eterna, el Beato Pier Giorgio Frassati, muerto en 1925 a la edad de 24 años, decía: "¡Quiero vivir y no vivaquear!", y en la foto de una escalada, enviada a un amigo, escribía: "Hacia lo alto", aludiendo a la perfección cristiana, pero también a la vida eterna. Queridos jóvenes, os exhorto a no olvidar esta perspectiva en vuestro proyecto de vida: estamos llamados a la eternidad. Dios nos ha creado para estar con Él, para siempre. Ésta os ayudará a dar un sentido pleno a vuestras elecciones y a dar calidad a vuestra existencia.
FELIZ DIA DE LA MADRE
Madre mía, tu silencio me confunde, me aturde. Te pido una palabra que tienda a mi alma el saber. La palabra de oro que despierte y encienda mis pensamientos que aleje el misterio. Necesito sentirlas aquellas que divulgan la verdad, los sentimientos. Esas que reclaman, que agradecen. Palabras que marcan y desarman el alma. O tan solo las que pintan una sonrisa a la vida que confunde o ahuyentan las heridas. Deseo oírte, madre, en la melodía de tus palabras que cargan, pesan, arrastran una historia, un recuerdo. ¡Si! son las que abarcan y me cubren con su manto protector. Todas esas, madre, bordadas y cantadas con sinceridad, amor y dedicación. Tienen poder, valor, consideración porque nacen del alma y permanecen siendo inolvidables. Mamá querida. Mamá cuánta alegría por tenerte a mi lado, usted que me supo dar todo cariño y guiar por la vida. Usted que dio su tiempo para hacernos crecer con paciencia y amor. Mamá déjame guiarte ahora por la senda de mi camino, déjame mostrar mi mundo con amor y valor. Mamá, aunque nunca te pueda pagar por tanto amor, te doy mi amor completo y te enseñaré todo lo que conocí. Gracias mamá por estar junto a mí, que DIOS te bendiga eternamente.
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