Lima, 23-05-2010 / Año 106 - Nº 5510

SOLEMNIDAD DE PENTECOSTES
Hermanos, hoy celebramos el comienzo y el significado de la Iglesia. El mismo Cristo Resucitado sopla su Espíritu sobre nosotros, asiste, dirige y conduce a su Iglesia. Es el que nos da vida y fuerza para continuar la misión de Cristo: atraer todo el mundo al Padre.
PRIMERALECTURA: Hechos de los Apóstoles 2, 1-11
SE LLENARON TODOS DEL ESPIRITU SANTO Y EMPEZARON A HABLAR
La venida del Espíritu Santo en el día de Pentecostés se anuncia en la primera lectura. La variada multitud de los oyentes señala el carácter universal y misionero de la Iglesia naciente y de la alianza del Espíritu.
SALMO 103, 1ab y 24ac. 29bc-30.31 y 34
Respondemos: "Envía tu Espíritu, Señor, y renueva la faz de la tierra"
SEGUNDA LECTURA: 1 Corintios 12, 3b-7.12-13
HEMOS SIDO BAUTIZADOS EN UN MISMO ESPIRITU, PARA FORMAR UN SOLO CUERPO

La segunda lectura nos habla de la diversidad de carismas o dones, de servicios y de funciones, pero todos adquieren unidad tanto en su origen, el Espíritu de Dios, como en su actuar. La Iglesia vive por la fuerza del Espíritu Santo.
EVANGELIO: Juan 20, 19-23
COMO EL PADRE ME HA ENVIADO, ASI TAMBIEN LOS ENVIO YO. RECIBAN EL ESPIRITU SANTO
El Evangelio de hoy nos señala que, con la Ascensión del Resucitado, la época de Jesús se transforma en el tiempo del Espíritu Santo. Jesús nos da su Espíritu y sus dones: el don de gozo, paz y reconciliación.
SECUENCIA
Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre; don en tus dones espléndido, luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre, si tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado, cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, domo el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones, según la fe de tus siervos; por tu bondad y tu gracia, dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno.

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