Fundado: 24-04-1904 Lima, 13-06-2010 / Año 106 - Nº 5514 - 4000 ejemplares

UN DIOS MISERICORDIOSO
Lc 7, 36 - 8, 3
§
Hoy nos presenta la Iglesia a Jesucristo que lleno de misericordia, siempre está dispuesto a perdonar al corazón arrepentido más preocupado por la ofensa hecha al Señor, que por el remordimiento por la culpa. Jesucristo nos comunica que la ley no justifica...Y ¿cómo alcanzaremos nuestro destino? Librándoos del pecado. El mundo, libre de la soberbia, de la avaricia, viviría en la tranquilidad. San Pablo: "El hombre no se justifica por cumplir la Ley" sino por la fe en Jesucristo crucificado y resucitado.
§ El Señor es invitado a la casa de un fariseo y una pecadora se acerca llorando a besarle los pies, el fariseo piensa: "si Él supiera quién es esa mujer..." Y Jesús le pone una pregunta a la que el fariseo responde justamente; y entonces Jesús se dirige a la mujer: "Tus pecados te son perdonados." "Tu fe te ha salvado".
§ La fe en Jesucristo crucificado es la única manera por la que el hombre pueda justificarse y salvarse. Se han querido inventar muchos medios para librarse de las culpas pero uno sólo es el camino. En su actual condición, el hombre es débil ante el mal, y necesita la ayuda de Dios por la fe. San Pablo explica: "Para la ley yo estoy muerto" La ley me obliga a recurrir a otra solución... a la fe.
§ Cuando David pecó, el profeta Natán le hace ver su pecado y él exclama: "He pecado contra Yavé". Y ofrece penitencia. La pecadora se arroja a los pies de Jesús y le ofrece sus lágrimas de penitencia. Los dos tienen fe en Dios, que es más grande que su pecado. Reconocer nuestra incapacidad y confiar en el Señor. La única medicina es el arrepentimiento y el perdón.

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