Lima, 04-07-2010 / Año 106 - Nº 5517

UN JUICIO CRITICO SOBRE LAS ACTUALES TRANSFORMACIONES CULTURALES Benedicto XVI
La misión de anunciar el Evangelio a todas las naciones es juicio crítico sobré las transformaciones planetarias que están cambiando sustancialmente la cultura de la humanidad. La Iglesia presente y operante en las fronteras geográficas y antropológicas, es portadora de un mensaje que penetra en la historia, donde proclama los valores inalienables de la persona, con el anuncio y el testimonio del plan salvífico de Dios, hecho visible y operante en Cristo. La predicación del Evangelio es la llamada a la libertad de los hijos de Dios, también para la construcción de una sociedad más justa y solidaria y para prepararnos a la vida eterna. Quien participa en la misión de Cristo, inevitablemente debe afrontar tribulaciones, rechazos y sufrimiento, porque choca con las resistencias y los poderes de este mundo. Y nosotros, como el apóstol san Pablo, no tenemos más armas que la palabra de Cristo y su cruz (cf. 1Co 1, 22-25). La misión ad gentes requiere a la Iglesia y a los misioneros que acepten las consecuencias de su ministerio: la pobreza evangélica, que les confiere la libertad de predicar el Evangelio con valentía y franqueza; la no violencia, por la que responden al mal con el bien (cf Mt 5, 38-42; Rm 12, 17-21); y la disponibilidad a dar la propia vida por el nombre de Cristo y por amor a los hombres.
"NO BASTA QUE EL HOMBRE CREZCA EN LO QUE TIENE; ES PRECISO QUE CREZAC EN LO QUE ES" PABLO VI
Crecer en el "tener" es relativamente fácil. Lo difícil es crecer en el "ser", desde el interior. En su dignidad personal, cuando el hombre crece en lo que es, se vuelve más humano, más social, más solidario, y más sensible ante Dios, ante los demás, ante la naturaleza y ante sí mismo. Lo que importa es saber crecer desde dentro; saber cultivar la inteligencia, la voluntad, la sabiduría del corazón y la sensibilidad por los valores éticos. No temamos a la libertad y usémosla responsablemente. Sólo siendo libres podemos crecer y madurar como personas. Sin libertad, la persona humana queda gravemente mutilada. Se convierte en esclavo.
AUTODOMINIO Y PACIENCIA
Quien se ejercita en el autodominio y la paciencia, con cada ejercicio, se vuelve más dueño de sí mismo. Aun pasando por fases difíciles, aun navegando contra corriente, quienes poseen paciencia y autodominio no se amargan, ni agraden a las personas, pues jamás atribuyen a los otros la culpa de sus disgustos, sino que siempre actúan con simpatía. Si hoy tú no estás para juegos, haz un ejercicio de autodominio y paciencia y seguramente no lanzarás tus venenos contra aquellas personas que nada tienen que ver con tu mal humor. Tu premio será la paz y la serenidad de los que aprendieron a perfilar y dominar sus impulsos. Caminemos con toda humildad y mansedumbre; soportémonos unos a otros con amor y tolerancia; procuremos conservar la unidad por el vínculo de la concordia (cf. Ef 4, 1-3)

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