Fundado: 24-04-1904 Lima, 15-08-2010 / Año 106 - Nº 5523 - 4000 ejemplares

LLEVADA AL CIELO EN CUERPO Y ALMA
Lucas 1, 39-56
§
La persona de María encierra y realiza en sí misma un camino particular de fe a pesar de la elección que la consideró no afectada por el pecado original y que la hizo Madre de Dios, la que avanzaba "en la peregrinación de la fe" (R.M. 25). Este avanzar por el camino de la fe la convierte también en un posible modelo para todo el que quiere comprender lo que significa reconocer el total señorío de Dios sobre su propia vida.
§ Este señorío de Dios sobre nuestra vida tiene lugar cuando conseguimos comprender que éste no permanece extraño a nuestra corporeidad. Lo podemos intuir ya en el anuncio de la encarnación o sentirlo en nuestra vida a través de la corporeidad de los distintos sacramentos.
§ La realidad de la resurrección, que para nuestra naturaleza humana se vuelve ya eficaz en la asunción de María al cielo, es la última llamada a abandonar asimismo nuestro cuerpo al poder del Reino de Dios. El cuerpo de María, que llevó en él el cuerpo el Verbo encarnado e hizo frente también al dolor de la historia, se vuelve en su asunción la promesa y la realización del hecho de que nuestros sueños, nuestros deseos, nuestras necesidades, no pueden apartarse de la presencia divina ha tocado nuestra vida.

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