Lima, 15-08-2010 / Año 106 - Nº 5523

FE Y ORACION
Benedicto XVI

Queridos amigos. La fe y la oración no resuelven los problemas, pero permiten afrontarlos con nueva luz y fuerza, de manera digna del hombre, y también de un modo más sereno y eficaz. Si contemplamos la historia de la Iglesia, veremos que es rica en figuras de santos y beatos que, precisamente partiendo de un diálogo intenso y constante con Dios, iluminados por la fe, supieron hallar soluciones creativas, siempre nuevas, para dar respuesta a necesidades humanas concretas en todos los siglos: la salud, la educación, el trabajo, etc. Su audacia estaba animada por el Espíritu Santo y por un amor fuerte y generoso a los hermanos, especialmente los más débiles: ¡Dejaos conquistar totalmente por Cristo! Entrad también vosotros, con decisión, en el camino de la santidad -que está abierto a todos-, esto es, de estar en contacto, en conformidad con Dios porque ello hará que seáis cada vez más creativos al buscar soluciones, y a buscarlas juntos.
AMOR A LA VIDA
La autoestima comienza a partir del momento en que comenzamos a convivir serenamente con nuestras limitaciones y debilidades, sin complejos de inferioridad, sin menospreciarnos. Para que haya autoestima, es fundamental que nos aceptemos como somos, buscando siempre caminos que nos llevan a ser menos imperfectos. Estos caminos nos van a conducir a un destino común: el amor. Amor a la vida. Amor a nosotros mismos, a las personas y a la naturaleza. ¡Amor a Dios! La belleza de las rosas no sólo es su encanto, sino también en su destreza para convivir elegantemente con las espinas. ¡Aprende de las rosas la elegancia! No dejes que una pasión, un amor no acertado, un objetivo no alcanzado o cualquier otra frustración te hagan perder la autoestima y el amor por la vida. Siempre se está a tiempo de dar vuelta a la página.
LA DUDA
Aunque resulte paradójico mencionarlo nosotros somos al primero que tenemos que convencer: nuestra duda es le primer gran obstáculo al que tenemos que vencer y desterrar ya que, de lo que uno tiene que estar completamente seguro es de nuestra propia capacidad. Indudablemente que para ello se precisa prepararse concientemente en una actividad y borrar por completo toda sombra de indecisión y pesimismo que llevamos albergada en nuestro complaciente letargo interior y automotivarnos con esa misma o mayor energía.

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