Lima, 29-08-2010 / Año 106 - Nº 5525

EL MARTIRIO, PRUEBA DE AMOR TOTAL
Benedicto XVI
¿En qué se funda el martirio? la respuesta es sencilla: en la muerte de Jesús, en su sacrificio supremo de amor, consumado en la cruz a fin de que pudiéramos tener la vida. Cristo es el siervo que sufre, de quien habla el profeta Isaías, que se entregó a sí mismo como rescate por muchos. Él exhorta a sus discípulos, a cada uno de nosotros, a tomar cada día nuestra cruz y a seguirlo por el camino del amor total a Dios Padre y a al humanidad. El mártir sigue al Señor hasta las últimas consecuencias, aceptando libremente morir por la salvación del mundo, en una prueba suprema de fe y de amor. Una vez más, ¿de dónde nace la fuerza para afrontar el martirio? De la profunda e íntima unión con Cristo, porque el martirio y la vocación al martirio no son el resultado de un esfuerzo humano, sino la respuesta a una iniciativa y a una llamada de Dios; son un don de su gracia, que nos hace capaces de dar la propia vida por amor a Cristo y a la Iglesia, y así al mundo. Pero es importante subrayar que la gracia de Dios no suprime o sofoca a la libertad de quien afronta el martirio, sino, al contrario, la enriquece y la exalta: el mártir es una persona sumamente libre, libre respecto del poder, del mundo: una persona libre, que en un único acto definitivo entrega toda su vida a Dios, y en un acto supremo de fe, de esperanza y de caridad se abandona en las manos del Creador y Redentor.
AGRADECER ES AMAR
Entre tantas cualidades de una persona, una se destaca: el sentido de la gratitud. ¡Sepas tú agradecer a Dios y a las personas que te hicieron algún favor, alguna gentileza, que te ayudaron a superar dificultades! ¡Cuán elegante y fino es decir "gracias" por los favores y atenciones recibidos! El gesto de agradecer deja emocionado a cualquier corazón; hasta a los menos sensibles. Agradecer, sin embargo, no es simplemente decir "gracias". Agradecer es vivir de tal modo que ese agradecimiento se transforme en gestos, en actitudes que concreten tu gratitud. ¡Agradecer es amar! Si te gusta tanto que los demás sean agradecidos por los favores que prestas, alimenta en ti el sublime sentimiento de gratitud. La gratitud es señal visible de una realidad invisible: el lado divino del ser humano.
LA VIDA FISICA
La vida física, por la que se inicia el itinerario humano en el mundo, no se agota en sí misma, ciertamente, todo el valor de la persona, si representa el bien supremo del hombre llamado a la eternidad. Sin embargo, en cierto sentido, constituye el valor fundamental precisamente porque sobre la vida física se apoya y se desarrollan todos los demás valores de la persona humana. ¿Cómo es que, siendo la vida un valor trascendental en le crecimiento y desarrollo de la humanidad, es tan despreciado, atropellado y constantemente violado? Si se troncha la vida, todo lo demás sobra.

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