PARA SEGUIR A JESUS
Lucas 14, 25-33
§ La Sabiduría de Dios se manifiesta, para nosotros, en Cristo Señor, en diversas formas. Sería una locura no aceptar esta Sabiduría, quedaríamos en las tinieblas. Así lo entendieron Moisés y los Profetas que la acogieron en todos sus afanes a los que Dios les confiaba. El libro de los Proverbios nos dice: "la sabiduría está clamando fuerza, alza su voz en las plazas".
§ Jesús nos habla en dos enseñanzas: a) Relaciones con nuestra familia. b) Nuestra actitud frente a los bienes materiales. Cristo está en primer lugar. Pero esto no quiere decir abandonar al padre y a la madre. La Palabra de Dios nos habla en el Eclesiástico. "El que honra al Padre expía sus pecados". "Y el que atesora es el que honra a su madre"
§ Es que el pecado nos separa del amor a Dios y también de los nuestros y del prójimo. Cristo nos libera del estado de pecado. Aceptando vivir el misterio de la muerte y resurrección de Jesucristo nos parecemos a Él y somos aceptados por el Padre.
§ Y en cuanto a los bienes, poner su posesión en su lugar se debe renunciar a ellos para ser discípulo de Cristo. Esto no impide su uso, para que el Señor pueda realizar en nosotros su obra de redención.
Lucas 14, 25-33
§ La Sabiduría de Dios se manifiesta, para nosotros, en Cristo Señor, en diversas formas. Sería una locura no aceptar esta Sabiduría, quedaríamos en las tinieblas. Así lo entendieron Moisés y los Profetas que la acogieron en todos sus afanes a los que Dios les confiaba. El libro de los Proverbios nos dice: "la sabiduría está clamando fuerza, alza su voz en las plazas".
§ Jesús nos habla en dos enseñanzas: a) Relaciones con nuestra familia. b) Nuestra actitud frente a los bienes materiales. Cristo está en primer lugar. Pero esto no quiere decir abandonar al padre y a la madre. La Palabra de Dios nos habla en el Eclesiástico. "El que honra al Padre expía sus pecados". "Y el que atesora es el que honra a su madre"
§ Es que el pecado nos separa del amor a Dios y también de los nuestros y del prójimo. Cristo nos libera del estado de pecado. Aceptando vivir el misterio de la muerte y resurrección de Jesucristo nos parecemos a Él y somos aceptados por el Padre.
§ Y en cuanto a los bienes, poner su posesión en su lugar se debe renunciar a ellos para ser discípulo de Cristo. Esto no impide su uso, para que el Señor pueda realizar en nosotros su obra de redención.
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