Lima, 19-09-2010 / Año 106 - Nº 5528

MENSAJE DE BENEDICTO XVI A GRAN BRETAÑA
Estoy muy ilusionado con mi visita al Reino Unido dentro de una semana y envío saludos cordiales a todo el pueblo de Gran Bretaña. Soy consciente de que una gran cantidad de trabajo ha ido a los preparativos de la visita, no sólo por parte de la comunidad católica sino también por el Gobierno, las autoridades locales de Escocia, Londres y Birmingham, los medios de comunicación y los servicios de seguridad, y quiero decir lo mucho que aprecio los esfuerzos que se han hecho para garantizar que los diversos eventos previstos sean verdaderamente celebraciones gozosas. Sobre todo agradezco a las innumerables personas que han estado rezando por el éxito de la visita y por un gran derramamiento de la gracia de Dios sobre la Iglesia y las personas de vuestra nación. Será una especial alegría para mí beatificar al Venerable John Henry Newman en Birmingham el domingo 19 de septiembre. Este verdaderamente gran hombre inglés vivió una vida sacerdotal ejemplar y a través de sus extensos escritos realizó una contribución perdurable a la Iglesia y a la sociedad, tanto en su tierra natal como en muchas otras partes del mundo. Es mi esperanza y mi oración que cada vez más personas se beneficien de su suave sabiduría y sean inspiradas por su ejemplo de integridad y santidad de vida. Estoy deseando encontrarme con representantes de las distintas tradiciones religiosas y culturales que conforman la población británica, así como con líderes civiles y políticos. Estoy muy agradecido a Su Majestad la Reina y a Su Gracia el Arzobispo de Canterbury por recibirme, y estoy deseando encontrarme con ellos. Lamentando que hay muchos lugares y personas que no tendré la oportunidad de visitar, quiero que sepáis que todos vosotros sois recordados en mis oraciones. ¡Dios bendiga al pueblo del Reino Unido!
MOTIVOS NATURALES DE LA ALEGRIA
Es lamentable que vivamos de espaldas a la belleza. Dios ha puesto a nuestros pies todo un paraíso terrenal, en el que todo es hermosura. Y cerramos los ojos a su luz. Hay días y noches, estrellas y soles, flores y maravillas; y no nos hemos detenido nunca a dejar que entre por los ojos hasta nuestra alma la paz de un horizonte sereno, la armonía de un firmamento estrellado. Somos de veras los hijos mimados del Creador que ha llenado de encantos nuestro viaje por este mundo; pero nuestro corazón ha vuelto las espaldas a la Naturaleza.
GENEROSIDAD Y TERNURA
El hombre y la mujer valen, no por las obras en sí o por lo que producen, sino por la generosidad y por la ternura espontánea que nacen de una vida espiritual profunda, cultivada con alegría. Ternura en cada palabra de aliento. Ternura en cada gesto de amor. Generosidad y ternura son responsables de la historia de cada hombre y de cada mujer. Nadie lleva de esta vida lo que produjo, ni el éxito que alcanzó. Lo que se lleva son los rastros del amor, diseñados por donde pasamos, sin dejar dirección, sin el objetivo de aparecer, sino haciéndose presencia naturalmente, por la generosidad y la ternura demostradas. Cultiva una vida espiritual profunda. ¡Cultiva el amor! Y, ciertamente, tendrás generosidad y ternura de sobra para distribuir hasta el último día de tu vida

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