Lima, 26-09-2010 / Año 106 - Nº 5529

BIEN ARRAIGADOS EN LA FE EN CRISTO
Benedicto XVI
Queridos hermanos y hermanas: ahora, deseo presentar brevemente mi Mensaje dirigido a los jóvenes del mundo para la XXVI Jornada Mundial de la Juventud, que tendrá lugar en Madrid. El tema que escogí para este Mensaje retoma una expresión de la carta a los Colosenses: "Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe" (cf 2,7). Decididamente se trata de una propuesta a contracorriente. De hecho, ¿quién propone hoy a los jóvenes estar "arraigados" y "firmes"? Más bien se exalta la incertidumbre, la movilidad, la volubilidad..., todos ellos aspectos que reflejan una cultura indecisa en lo que se refiere a los valores de fondo, a los principios con los que es preciso orientar y regular la propia vida. En realidad, yo mismo, por mi experiencia y por los contactos que tengo con los jóvenes, sé bien que cada generación, más aún, cada persona está llamada a realizar de nuevo el recorrido de descubrimiento del sentido de la vida. Y precisamente por esto quise volver a proponer un mensaje que, según el estilo bíblico, evoca las imágenes del árbol y de la casa. El joven, de hecho, es como un árbol en crecimiento: para desarrollarse bien necesita raíces profundas que, en caso de tempestades de viento, lo mantengan bien plantado en el suelo. Del mismo modo, la imagen del edificio en construcción recuerda la exigencia de buenos fundamentos para que la casa sea sólida y segura.
POTENCIAL
Estoy en este mundo para realizar sin escatimar esfuerzos, algo importante y bueno en esta vida y así contribuir en todo lo posible al mejoramiento de ello y hacerlo con verdadero amor, hasta que mi alma vibre de emoción y sus crepitantes ondas expansivas de luz confluyan en la infinitud del universo en razón de mi venturoso ideal. Porque hasta una aparentemente pequeña y simple obra de amor, desprendimiento y solidaridad crea una energía positiva que salva a la humanidad de la destrucción y el caos.
EL MILAGRO DE LA VIDA
Esboza una sonrisa, más de una vez fuiste agraciado con el don de poder abrir los ojos y contemplar el milagro de la vida. En el silencio de tu corazón, agradece a Dios por esa maravillosa oportunidad de crecimiento que Él te ofrece, con el amor y la ternura de una madre. ¡Olvida lo que pasó y sigue adelante! No te quedes removiendo cosas pasadas. Aunque te hayan dejado marcas, para el ayer no existe retorno. Cuando mucho, rescatarán algunos recuerdos. Mira lo nuevo que te espera, en este nuevo día. Abraza tus proyectos y tus ansias, con la perseverancia y expectativa de un día soleado, que facilite la visión de todos los horizontes. No tengas miedo de las espinas y las dificultades. Esperanza y determinación, juntas, forman le camino más corto entre el sueño y la realidad.

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