Lima, 17-10-2010 / Año 106 - Nº 5532

DOMINGO XXIX DEL TIEMPO ORDINARIO
Hoy, los textos bíblicos nos hablan de la oración y nos señalan la importancia de la confianza y de la perseverancia en la oración sin detenerse. Dios se conmueve ante nuestras súplicas y está solícito para responderá ellas.
PRIMERA LECTURA: Exodo 17, 8-13
MIENTRAS MOISES TENIA LAS MANOS LEVANTADAS EN ALTO, VENCIA ISRAEL
La primera lectura nos presenta la batalla del pueblo de Israel contra los amalecitas. Moisés estaba en la cima del monte con sus brazos levantados orando a Yavé. Esta lectura nos enseña que la victoria del pueblo de Dios se obtuvo gracias a la oración perseverante de Moisés.
SALMO 120, 1-2.3-4.5-6.7-8
Respondemos: "El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra"
SEGUNDA LECTURA: 2 Timoteo 3, 14 - 4, 2
EL HOMBRE DE DIOS ESTARA FORMADO Y CAPACITADO PARA TODA OBRA BUENA
En la segunda lectura san Pablo aconseja a su discípulo Timoteo, y también a nosotros, para los momentos difíciles con estas instrucciones: Que se instruya en la Sagrada Escritura; Que siempre proclame la Palabra de Dios; Que imite su ejemplo y su doctrina.
EVANGELIO: Lucas 18, 1-8
DIOS HARA JUSTICIA A SUS ELEGIDOS QUE LE GRITAN

San Lucas, en su evangelio, nos presenta hoy la parábola del juez inicuo que no hacía justicia a una pobre viuda. La insistencia y perseverancia de la mujer logra que se haga justicia. Si un juez inicuo hace justicia a la viuda para que deje de importunarle, Dios que es justo escuchará a sus elegidos
EL MAS ALLA (Testimonio personal)
He vivido una experiencia (Gmo. C.) que es, para mi, una reafirmación del más allá; de la existencia de esa otra vida en la que he creído desde que tuve uso de razón. El hecho fue, que habiendo llevado a un hermano coadjutor al médico, y estando en la antesala esperando, comencé a sentir un vértigo, mareo, frío. Estando así, salió el médico con el hermano. Yo enseguida le dije: "Doctor, me siento mal". Y él: "Sí, se le ve "chocado", pase" Pasé al consultorio, me senté en un cómodo y ancho sillón tapizado en cuero, y mientras el médico me colocaba en el brazo las banda inflable para medirme la presión, sentí que el vértigo se hacía más patente y dije: "Doctor se me va todo", y perdí el conocimiento. En ese momento, estaba yo completamente inconsciente, porque no sentí, no me di cuenta, que el médico, seguramente ayudado por el hermano salesiano (Sr. Ardengo, mecánico), me tendió en el suelo. No sé cuánto tiempo duraría esta operación. Pero estando ya tendido en el suelo, algo de mí salió de mi cuerpo; sentía que era yo; me sentía yo... allí como de pie junto a mi cuerpo; veía mi cuerpo tendido en el piso; con una sensación de mucha viveza en los colores de mi ropa; vi al médico preparando una inyección; supe que fue Decadrón; vi todos los detalles de esta preparación: el frasquito del fármaco en la mano del médico, mezclando, moviendo; luego la jeringa, su preparación; cómo punzaba el tapón del frasquito y absorbía el contenido en la jeringa. El médico se agachó, me liberó un poco de la ropa, que estaba mojada, pues mi organismo se "descontroló", y aplicó la inyección. Al momento en que introdujo la aguja en mi muslo, sin sentir yo el hincón, volví en mí. ¿Cuánto tiempo duró esto? No lo sé. Pero el caso innegable es que no fue un sueño, ni una imaginación, fui yo, fuera de mi cuerpo, mirando mi cuerpo tendido en el piso, desde ese otro modo de vivir después de la muerte. Hay otro modo de vivir después de esta vida. "Nuestra vida no termina, se transforma". Volaremos a lo que habremos ganado con nuestras buenas obras.

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