Fundado: 24-04-1904 Lima, 21-11-2010 / Año 106 - Nº 5537 - 4000 ejemplares

LA CRUZ: TRONO DEL REY
Lucas 23, 35-43
§
A Jesús le escarnecían también los soldados que se acercaban a Él diciéndole: "Si eres el Rey de los judíos, sálvate a ti mismo". En la cruz estaba escrito: "Este es el Rey de los Judíos"
§ Al final de los tiempos, a su regreso, se impondrá su soberanía en el mundo entero Jesús fue clavado en la cruz como un derrotado. Es lo que comentaban los discípulos de Emaús: "... esperábamos que sería Él quien librara a Israel...". Para los judíos, un sucesor del Rey David, dos mil años antes de la venida de Cristo, de la raíz de Jessé, ocuparía el trono por siempre. Jesús ha compartido el poder de su reino con sus discípulos, de modo que sirviéndole a Él en sus hermanos puedan ser llevados por siempre, al reino de verdad y de vida, de santidad y de gracia.
§ De dos malhechores, crucificados con Él uno le dice: ¿No eres tú el Mesías? Sálvate, pues, a ti mismo y a nosotros". Y el otro: "Acuérdate de mi cuando llegues a tu Reino" Y Jesús le responde: "Hoy estarás conmigo en el Paraíso" Hermosa petición, que podría ser nuestra oración.
§ Jesús no busca el dominio sobre los hombres. A Jesús se le acepta libremente en la Cruz. La realeza de Cristo es espiritual. Él dijo a Pilato: "Mi reino no es de este mundo". Su reino es de las almas, reina en los corazones. ¿Cuándo nos daremos cuenta de la realidad de Cristo, y dejaremos los intentos fracasados de buscar fuera de Jesús lo que no podemos encontrar en ningún otro? Porque el verdadero súbdito se reconoce por su fidelidad, tanto en su vida privada como en su vida pública. Él es el único que garantiza el premio eterno. Es el único digno de ser amado. Decía Santa Teresa: "Aunque no hubiera Cielo yo te amara, y aunque no hubiera infierno te temiera".

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