Lima, 16-01-2011 / Año 107 - Nº 5545

"LA COLABORACION ENTRE LA COMUNIDAD CRISTIANA Y FAMILIA ES MAS NECESARIA QUE NUNCA"
Benedicto XVI
Queridos padres, el Bautismo que vosotros pedís para vuestros hijos, les inserta en este intercambio de amor recíproco que hay en Dios: entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. A través del lavado del agua, se insertan en la vida misma de Jesús, que murió en la cruz para liberarnos del pecado y resucitando venció la muerte. Por eso, inmersos espiritualmente en su muerte y resurrección, son liberados del pecado original y en ellos empieza la vida de la gracia, que es la vida misma de Jesús Resucitado. Queridos amigos, dándonos la fe, el Señor nos ha dado lo más precioso de la vida, es decir el motivo más verdadero y más bello por el que vivir: por gracia hemos creído en Dios, hemos conocido su amor, con el que quiere salvarnos y liberarnos del mal. La fe es el gran don con el que nos da también la vida eterna, la verdadera vida. Con el profeta Isaías, todo cristiano puede repetir: "desde el seno materno me formó para siervo suyo" (cf, 49,5); así, vuestros hijos son un don precioso del Señor, quien se ha reservado para sí su corazón, para poderlo volver a colmar de su amor. A través del Bautismo, los consagra y los llama a seguir a Jesús, a través de la realización de su vocación personal según el particular designio de amor que el Padre tiene en mente para cada uno de ellos: meta de esta peregrinación terrena será la plena comunión con Él en la felicidad eterna. La colaboración entre comunidad cristiana y familia es más necesaria que nunca en el actual contexto social, en el que la institución familiar está amenazada por muchas partes y se encuentra que tiene que enfrentarse a no pocas dificultades en su misión de educar en la fe. Por eso, es necesario que las parroquias se esfuercen cada vez más en apoyar a las familias, pequeñas Iglesias domésticas, en su tarea de transmisión de la fe.
SAN JUAN BOSCO
Juan Bosco, nace el 16 de agosto en una familia campesina, compuesta por Francisco Bosco y Margarita Occhiena: la Abuela y sus hermanos: Antonio y José. En su tierna edad (dos años) sufre la pérdida de su padre. El lo recuerda: "Todos salían de la habitación donde mi papá había muerto, pero yo no quería seguirlos. Mi mamá me decía:
- Ven, Juan, ven conmigo.
- Si no viene papá, no voy (respondí)
- Pobre hijo, no tienes papá.
Una vez dicho esto rompió a llorar, me cogió de la mano y me llevo afuera.
Aquellas palabras se me grabaron en la mente -dirá muchas veces Don Bosco- No las he olvidado nunca" (M.12)
Mamá Margarita tenía veintinueve años cuando murió su marido. Una mujer muy jóven con un peso que sobrellevar. Cuantas familias de nuestros alrededores sufren este drama, niños huérfanos de padre; madres jóvenes que deben hacer de padre y madre para sacar adelante la familia, los hijos. Son mujeres dignas de admiración, como mamá Margarita, que saben ser más madres que mujeres para el bien de sus hijos y que encuentran en Dios, en la Virgen Santísima su ayuda y fortaleza para seguir en la lucha por la vida.

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