¡HECHOS Y NO PALABRAS!
Pienso en Dios como un gran inventor. El máximo invento ha sido el HACER UNA CRIATURA SEMEJENTE A EL. Es decir, con inteligencia, voluntad y afectividad que lo capacitan para ser auténticamente LIBRE. Su campo de experimentación ha sido EL EDEN, simbolizando nuestra linda tierra (¡podríamos pensar también en el universo entero!). Y lo puso para que lo cultivara, lo trabajara y viviera él y su descendencia de él. Pero, ¡qué desgracia! El primer ensayo fue un fracaso total. Naturalmente, no de parte del Inventor, sino de la creatura: OBRO LIBREMENTE; PERO EQUIVOCADAMENTE. Escuchó, obedeció; pero no a su Hacedor, sino a otra alternativa, la del demonio. Fue libre en su decisión; pero erradamente. Más todavía, quiso ignorar y poner a parte al Inventor y constituirse él como el Inventor. Es decir, se sublevó y en un arrebato de soberbia, quiso ser el mismo Dios: "¡SERAS COMO DIOS, SI NO LE OBEDECES!" Las consecuencias, las sabemos...
Dios, para corregir su obra, para restaurarla, para que el hombre empezara a usar su libertad en el sentido verdadero, ha tenido que enviar a su Técnico, a su Hijo... Y lo ha logrado enseñándonos Él a hacer la voluntad de su Padre y no la del demonio que siempre nos ha tentado, inclusive a su Hijo, y seguirá tentándonos hasta el fin del mundo proponiéndonos su alternativa. ¿Qué nos toca? A trabajar, a demostrar que la voluntad de Dios se cumple. No con palabrerías, ni vanas promesas, sino con acciones concretas: ¡HECHOS Y NO PALABRAS!
Pienso en Dios como un gran inventor. El máximo invento ha sido el HACER UNA CRIATURA SEMEJENTE A EL. Es decir, con inteligencia, voluntad y afectividad que lo capacitan para ser auténticamente LIBRE. Su campo de experimentación ha sido EL EDEN, simbolizando nuestra linda tierra (¡podríamos pensar también en el universo entero!). Y lo puso para que lo cultivara, lo trabajara y viviera él y su descendencia de él. Pero, ¡qué desgracia! El primer ensayo fue un fracaso total. Naturalmente, no de parte del Inventor, sino de la creatura: OBRO LIBREMENTE; PERO EQUIVOCADAMENTE. Escuchó, obedeció; pero no a su Hacedor, sino a otra alternativa, la del demonio. Fue libre en su decisión; pero erradamente. Más todavía, quiso ignorar y poner a parte al Inventor y constituirse él como el Inventor. Es decir, se sublevó y en un arrebato de soberbia, quiso ser el mismo Dios: "¡SERAS COMO DIOS, SI NO LE OBEDECES!" Las consecuencias, las sabemos...
Dios, para corregir su obra, para restaurarla, para que el hombre empezara a usar su libertad en el sentido verdadero, ha tenido que enviar a su Técnico, a su Hijo... Y lo ha logrado enseñándonos Él a hacer la voluntad de su Padre y no la del demonio que siempre nos ha tentado, inclusive a su Hijo, y seguirá tentándonos hasta el fin del mundo proponiéndonos su alternativa. ¿Qué nos toca? A trabajar, a demostrar que la voluntad de Dios se cumple. No con palabrerías, ni vanas promesas, sino con acciones concretas: ¡HECHOS Y NO PALABRAS!
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