¡YO SOY TU RESURRECCION!
La reviviscencia de Lázaro, último de los 7 "signos" que constituyen el armazón del evangelio de Juan, es el decis
ivo. Es reviviscencia y no resurrección, pues Lázaro simplemente vuelve a vivir esta vida. Mientras que la resurrección es una transformación de esta vida adecuándose a un nuevo estado, sin espacio ni tiempo. Para Dios, es la Eternidad, sin principio ni fin; para sus criaturas, la inmortalidad, pues empezaron a existir y ya no acabarán más: su cuerpo será glorioso, como dice Pablo. Será una contemplación y vivencia gozosa de y en Dios, sin fin. Al principio los judíos no creían en la resurrección final. Para ellos, la felicidad estaba en la bendición de Dios: tener salud, familia, muchos hijos, tierras, abundancia de cosechas, habitar la Tierra Prometida. Más allá de la muerte, sólo quedaba acostarse y dormir con los padres, con los antepasados en el "sheol" abismo subterráneo en donde ni se gozaba, ni se sufría. Sólo posteriormente, con los profetas, se abre la esperanza de la resurrección. Él mismo sacará de las tumbas a su pueblo, abrirá sus sepulcros y los hará volver a la amada tierra de Israel, derramando su Espíritu sobre los sobrevivientes. Sólo con Ezequiel, Daniel, La Sabiduría y Los Macabeos, se habla confusamente de una resurrección, tratando de responder a la pregunta sobre la Retribución y la justicia divina: ¿Cuándo premiará Dios al justo, al mártir por la fe, o castigará al impío perseguidor de su pueblo, si la muerte se los ha llevado? Unos 200 años antes de Cristo, apareció la secta de los Saduceos que negó siempre la resurrección, y la de los Fariseos que sí creyeron en ella. Sólo Jesús con su autoridad, nos certifica la preexistencia del alma luego de la muerte y La Resurrección Final, preparadas ya en esta vida con la fe en Él y en sus obras de salvación; Evangelización, Sacramentos, Obras de Misericordia... Él lo dijo: "Yo soy la resurrección y la Vida". "Soy alimento de Vida Eterna". ¿LO CREEMOS?, ¿LO PRACTICAMOS?
ivo. Es reviviscencia y no resurrección, pues Lázaro simplemente vuelve a vivir esta vida. Mientras que la resurrección es una transformación de esta vida adecuándose a un nuevo estado, sin espacio ni tiempo. Para Dios, es la Eternidad, sin principio ni fin; para sus criaturas, la inmortalidad, pues empezaron a existir y ya no acabarán más: su cuerpo será glorioso, como dice Pablo. Será una contemplación y vivencia gozosa de y en Dios, sin fin. Al principio los judíos no creían en la resurrección final. Para ellos, la felicidad estaba en la bendición de Dios: tener salud, familia, muchos hijos, tierras, abundancia de cosechas, habitar la Tierra Prometida. Más allá de la muerte, sólo quedaba acostarse y dormir con los padres, con los antepasados en el "sheol" abismo subterráneo en donde ni se gozaba, ni se sufría. Sólo posteriormente, con los profetas, se abre la esperanza de la resurrección. Él mismo sacará de las tumbas a su pueblo, abrirá sus sepulcros y los hará volver a la amada tierra de Israel, derramando su Espíritu sobre los sobrevivientes. Sólo con Ezequiel, Daniel, La Sabiduría y Los Macabeos, se habla confusamente de una resurrección, tratando de responder a la pregunta sobre la Retribución y la justicia divina: ¿Cuándo premiará Dios al justo, al mártir por la fe, o castigará al impío perseguidor de su pueblo, si la muerte se los ha llevado? Unos 200 años antes de Cristo, apareció la secta de los Saduceos que negó siempre la resurrección, y la de los Fariseos que sí creyeron en ella. Sólo Jesús con su autoridad, nos certifica la preexistencia del alma luego de la muerte y La Resurrección Final, preparadas ya en esta vida con la fe en Él y en sus obras de salvación; Evangelización, Sacramentos, Obras de Misericordia... Él lo dijo: "Yo soy la resurrección y la Vida". "Soy alimento de Vida Eterna". ¿LO CREEMOS?, ¿LO PRACTICAMOS? 
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