Lima, 08-05-2011 / Año 107 - Nº 5561

III DOMINGO DE PASCUA
La tristeza, la sensación de fracaso acechan también hoy a los discípulos del Maestro, especialmente a quienes quieren construir el Reino de Dios. No faltan decepciones en la vida cristiana. Entonces es Jesús quien se hace presente iluminándonos. Como los de Emaús, basta invitarlo a quedarse con nosotros.
PRIMERA LECTURA. Hch 2, 14.22-23:
Los apóstoles predicaban la resurrección de Jesús. Eran eficaces en la conversión por su testimonio.
"El día de Pentecostés, Pedro de pie junto con los otro once apóstoles, pidió atención y les dirigió la palabra: -"Judíos y vecinos todos de Jerusalén, escuchen mis palabras y entérense bien de lo que pasa. Escúchenme, israelitas: Les hablo de Jesús Nazareno, el hombre que Dios acreditó ante ustedes realizando por su medio los milagros, signos y prodigios que ustedes conocen. Conforme al designio previsto y determinado por Dios, fue entregado y, por mano de paganos, ustedes lo mataron en una cruz. Pero Dios lo resucitó, rompiendo las ataduras de la muerte; no era posible que la muerte lo retuviera bajo su dominio, pues David dice: "Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré. Por eso se me alegra el corazón, exulta mi lengua, y mi carne descansa esperanzada. Porque no me entregarás a la muerte ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. Me has enseñado el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia". Hermanos, permítanme hablarles con franqueza: El patriarca David murió y lo enterraron, y conservamos su sepulcro hasta el día de hoy. Pero como era profeta y sabía que Dios le había prometido con juramento sentar en su trono a un descendiente suyo, vio anticipadamente la resurrección de Cristo, y dijo que no lo entregaría a la muerte ni su carne experimentaría la corrupción. Pues bien, Dios resucitó a este Jesús, y todos nosotros somos testigos. Ahora, exaltado por la diestra de Dios, ha recibido del Padre el Espíritu Santo que estaba prometido, y lo ha derramado. Esto es lo que ustedes están viendo y oyendo".
SALMO 15
Respondemos: "Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti"
SEGUNDA LECTURA: 1 Pe 1, 17-21:
Vivamos coherentemente la fe en Cristo Resucitado.
"Queridos hermanos: Si ustedes llaman Padre al que juzga imparcialmente las acciones de cada uno, procedan con cautela durante su permanencia en la tierra. Ya saben ustedes que los han rescatado de su vana conducta heredada de sus antepasados, no con oro y plata corruptibles, sino con la sangre preciosa de Cristo, el Cordero sin defecto ni mancha, previsto antes de la creación del mundo y manifestado al final de los tiempos para bien de ustedes. Por Cristo ustedes creen en Dios, que lo resucitó de entre los muertos y le dio gloria, y así han puesto en Dios su fe y su esperanza".
ALELUYA, ALELUYA
EVANGELIO. Lc 24,13-35:
Lucas, con el camino de Emaús, nos propone un encuentro con el Resucitado en la Eucaristía.
"Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día, el primero de la semana, a un pueblo llamado Emaús, distante unos 11 kilómetros de Jerusalén; iban comentando todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo. Él les dijo: -"¿Qué es lo que vienen conversando por el camino?". Ellos se detuvieron preocupados. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le replicó: -"¿Eres tú el único forastero en Jerusalén, que no sabe lo que ha pasado allí estos días?". Él les preguntó: -"¿Qué ha pasado?". Ellos le contestaron: -"Lo de Jesús, el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo. Los sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él fuera el futuro liberador de Israel. Y ya ves, hace 2 días que sucedió esto. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado: pues fueron muy de rnañana al sepulcro, no encontraron su cuerpo, e incluso vinieron diciendo que habían visto una aparición de ángeles, que les habían dicho que estaba vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron". Entonces Jesús les dijo: -"¡qué necios y torpes son ustedes para creer lo que anunciaron los profetas! "¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria?". Y, comenzado por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura. Ya cerca del pueblo donde iban, él hizo ademán de seguir adelante; pero ellos le insistieron diciendo: -"Quédate con nosotros, porque ya atardece y está anocheciendo". Y entró para quedarse con ellos. Estando a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció. Ellos comentaron: -"¿No ardía nuestro corazón mientras hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?". Y levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los 11 con sus compañeros, que estaban diciendo: -"Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón". Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan".

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