A LOS 120 AÑOS DE LA LLEGADA DE LOS SALESIANOS/AS AL PERU
Lima tenía unas 120,000 habitantes. El Padre Riccardi escribía a Don Rua: «El barrio es más o menos como el de Valdocco-Turín. Pobres al máximo y completamente abandonados; a propósito para los Salesianos y las Hermanas». En realidad, la elección fue en razón del Contrato, pero enseguida comenzaron a llover «muchas propuestas, de parte de diversas personas y para diferentes centros». «La Beneficencia propone arreglar la casa según nuestros planes y entregarnos unos 30 ó 40 huérfanos (gran parte expósitos e ilegítimos) para instruirlos y educarlos cristianamente, ocupándolos en algún oficio, pagando ella todos los gastos, como lo hace con el Instituto Sevilla». «Creo que se podría contentarla recibiendo sólo unos 5 ó 6 de la Beneficencia y otros, con recomendaciones de personas particulares, para conservar nuestra libertad de acción, tener derecho a pedir socorro y a los 20,000 soles que Usted sabe». «La Beneficencia piensa entregarnos algunos niños huérfanos y necesito su consejo, pues se trataría de edificar también. Para eso, la Beneficencia dispone de mucha plata y los actuales Directores tienen muy buena voluntad». Le escribía también a Monseñor Cagliero, Vicario del Rector Mayor para América Latina, el 3 de octubre: «Es oportuno aprovechar la buena voluntad, entusiasmo y corta duración en los empleos de los actuales Directores de la beneficencia, para llevar nuestra Casa, con las mismas condiciones de las Hermanas. Unos 25 ó 30 niños huérfanos con sus respectivos útiles, máquinas de tipografía, sastrería y zapatería y Maestros pagados por la Beneficencia, que presentemente quedan en la Casa de huérfanos bajo la dirección de las Hermanas de la Caridad. Si V.E. lo cree así como yo, podría autorizarme y se haría la cosa en el acto: o mejor aún, si V.E. pudiera venir acá, vería y arreglaría muchas cosas».
Continuará...
"PORTA FIDEI" DE BENEDICTO XVI
Convocatoria al Año de la Fe, 2012
Vigencia y valor del Concilio Vaticano II
5.- Las enseñanzas del Vaticano II, según Juan Pablo II, «no pierden su valor ni su esplendor. Es necesario leerlos apropiadamente y que sean conocidos y asimilados como textos cualificados y normativos del Magisterio, dentro de la Tradición de la Iglesia. [...] Siento el deber de indicar el Concilio como la grande gracia de la que la Iglesia se ha beneficiado en el siglo XX. Con Él, se nos ofreció una brújula segura para orientarnos en el camino del siglo que comienza». Yo deseo reafirmar con fuerza lo que dije del Concilio a los pocos meses de mi elección: «Si lo leemos y acogemos guiados por una hermenéutica correcta, puede ser y llegar a ser cada vez más una gran fuerza para la renovación siempre necesaria de la Iglesia».
La renovación de la Iglesia es cuestión de fe
6.- La renovación de la Iglesia pasa por el testimonio ofrecido por la vida de los creyentes: con su misma existencia en el mundo, los cristianos están llamados efectivamente a hacer resplandecer la Palabra de verdad que el Señor Jesús nos dejó.
7.- En esta perspectiva, el Año de la fe es una invitación a una auténtica y renovada conversión al Señor, único Salvador del mundo. Cristo, en el misterio de su muerte y resurrección, ha revelado en plenitud el Amor que salva y llama a los hombres a la conversión de vida mediante la remisión de los pecados (Hch 5,31). Para el apóstol Pablo, este Amor lleva al hombre a una nueva vida.
Continuará...
Un amigo le pregunta al otro: "¿Cuál es el animal que después de muerto, le dan muchas vueltas?
- "El pollo A LA BRASA". Ja, ja, ja...
Lima tenía unas 120,000 habitantes. El Padre Riccardi escribía a Don Rua: «El barrio es más o menos como el de Valdocco-Turín. Pobres al máximo y completamente abandonados; a propósito para los Salesianos y las Hermanas». En realidad, la elección fue en razón del Contrato, pero enseguida comenzaron a llover «muchas propuestas, de parte de diversas personas y para diferentes centros». «La Beneficencia propone arreglar la casa según nuestros planes y entregarnos unos 30 ó 40 huérfanos (gran parte expósitos e ilegítimos) para instruirlos y educarlos cristianamente, ocupándolos en algún oficio, pagando ella todos los gastos, como lo hace con el Instituto Sevilla». «Creo que se podría contentarla recibiendo sólo unos 5 ó 6 de la Beneficencia y otros, con recomendaciones de personas particulares, para conservar nuestra libertad de acción, tener derecho a pedir socorro y a los 20,000 soles que Usted sabe». «La Beneficencia piensa entregarnos algunos niños huérfanos y necesito su consejo, pues se trataría de edificar también. Para eso, la Beneficencia dispone de mucha plata y los actuales Directores tienen muy buena voluntad». Le escribía también a Monseñor Cagliero, Vicario del Rector Mayor para América Latina, el 3 de octubre: «Es oportuno aprovechar la buena voluntad, entusiasmo y corta duración en los empleos de los actuales Directores de la beneficencia, para llevar nuestra Casa, con las mismas condiciones de las Hermanas. Unos 25 ó 30 niños huérfanos con sus respectivos útiles, máquinas de tipografía, sastrería y zapatería y Maestros pagados por la Beneficencia, que presentemente quedan en la Casa de huérfanos bajo la dirección de las Hermanas de la Caridad. Si V.E. lo cree así como yo, podría autorizarme y se haría la cosa en el acto: o mejor aún, si V.E. pudiera venir acá, vería y arreglaría muchas cosas».
Continuará...
"PORTA FIDEI" DE BENEDICTO XVI
Convocatoria al Año de la Fe, 2012
Vigencia y valor del Concilio Vaticano II
5.- Las enseñanzas del Vaticano II, según Juan Pablo II, «no pierden su valor ni su esplendor. Es necesario leerlos apropiadamente y que sean conocidos y asimilados como textos cualificados y normativos del Magisterio, dentro de la Tradición de la Iglesia. [...] Siento el deber de indicar el Concilio como la grande gracia de la que la Iglesia se ha beneficiado en el siglo XX. Con Él, se nos ofreció una brújula segura para orientarnos en el camino del siglo que comienza». Yo deseo reafirmar con fuerza lo que dije del Concilio a los pocos meses de mi elección: «Si lo leemos y acogemos guiados por una hermenéutica correcta, puede ser y llegar a ser cada vez más una gran fuerza para la renovación siempre necesaria de la Iglesia».
La renovación de la Iglesia es cuestión de fe
6.- La renovación de la Iglesia pasa por el testimonio ofrecido por la vida de los creyentes: con su misma existencia en el mundo, los cristianos están llamados efectivamente a hacer resplandecer la Palabra de verdad que el Señor Jesús nos dejó.
7.- En esta perspectiva, el Año de la fe es una invitación a una auténtica y renovada conversión al Señor, único Salvador del mundo. Cristo, en el misterio de su muerte y resurrección, ha revelado en plenitud el Amor que salva y llama a los hombres a la conversión de vida mediante la remisión de los pecados (Hch 5,31). Para el apóstol Pablo, este Amor lleva al hombre a una nueva vida.
Continuará...
Un amigo le pregunta al otro: "¿Cuál es el animal que después de muerto, le dan muchas vueltas?
- "El pollo A LA BRASA". Ja, ja, ja...
No hay comentarios:
Publicar un comentario