Lima, 11-12-2011 / Año 107 - Nº 5592

A LOS 120 AÑOS DE LA LLEGADA DE LOS SALESIANOS/AS AL PERU
Las Hijas de María Auxiliadora asumen la dirección del Instituto Sevilla.
El Padre Riccardi describía este Instituto a Monseñor Cagliero. "El local designado para el Instituto Sevilla es, desde todos los aspectos, magnífico y cómodo. La Quinta es dos y más cuadras, con miles y miles de árboles frutales y muy bonita viña. Lástima que no hay sino un hombre solo y viejito para cuidarla. Nos dice que de sólo las peras se saca más de 500 soles todos los años. Las venderemos, así como las otras frutas: manzanas, duraznos, albaricoques, níspolas, higos, paltas, chirimoyas, etc., etc. Con la uva haremos vino para nosotros. Luego describía detalladamente los ambientes y concluía: "En suma, es un pequeño Edén". El local debía ser refaccionado y acondicionado. Así le escribía a Don Rua: "Habiendo debido emplear 77 días de viaje de Patagones al Callao, no llegué a tiempo para disponer los trabajos de adaptación y proveer los muebles tanto para las Hermanas como para nosotros. Pero el Sr. Presidente de la Beneficencia el Sr. Candamo, como inspector el Sr. Lavalle y todos los miembros de ella, llenos de buena voluntad, aprobaron enseguida la Nota presentada por mí; y ya van dos días que estamos en movimiento para comprar todo lo que necesitamos en los grandes almacenes de la ciudad".
Continuará...
"PORTA FIDEI" DE BENEDICTO XVI
Convocatoria al Año de la Fe, 2012
Lo que el mundo necesita son testigos de la fe
23.-
El mundo necesita el testimonio creíble de los que, iluminados en la mente y el corazón por la Palabra, son capaces de abrir el corazón y la mente de muchos al deseo de Dios y de la vida verdadera, que no tiene fin.
24.- «Que la Palabra del Señor siga avanzando y sea glorificada» (2º Ts 3,1): que este Año de la fe nos una más fuertemente a Cristo, el Señor, pues sólo en Él tenemos la certeza para mirar al futuro y la garantía de un amor auténtico y duradero.
25.- Las palabras del San Pedro iluminan la fe: « Por ello os alegráis, aunque ahora sea preciso padecer un poco en pruebas diversas; así, la autenticidad de vuestra fe, más preciosa que el oro, que, aunque es perecedero se aquilata a fuego, merecerá premio, gloria y honor en la revelación de Jesucristo; sin haberlo visto lo amáis y, sin contemplarlo todavía, creéis en él y así os alegráis con un gozo inefable y radiante, alcanzando así la meta de vuestra fe; la salvación de vuestras almas» (1º P 1,6-9). La vida de los cristianos conoce la experiencia de la alegría y el sufrimiento. Cuántos santos han experimentado la soledad. Cuántos creyentes son probados en nuestros días por el silencio de Dios, mientras quisieran escuchar su voz consoladora. Las pruebas de la vida, a la vez que permiten comprender el misterio de la Cruz y participar en los sufrimientos de Cristo (Col 1,24), son preludio de la alegría y la esperanza a la que conduce la fe: «Cuando soy débil, entonces soy fuerte» (2º Co 12,10). Nosotros creemos que el Señor Jesús ha vencido el mal y la muerte. Con esta segura confianza nos encomendamos a Él: presente entre nosotros, vence el poder del maligno (Lc 11,20), y la Iglesia, comunidad visible de su misericordia, permanece en Él como signo de la reconciliación definitiva con el Padre.

-"¿Cuál es le colmo de un fotógrafo?
- Que su señora sea NEGATIVA y que sus hijos se REBELEN"... Ja, ja, ja...

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