Fundado: 24-04-1904 Lima, 08-01-2012 / Año 108 - Nº 5596 - 4000 ejemplares

¿POR QUÉ TANTO PROTOCOLO?
Podríamos definirlo como el conjunto de conductas, reglas y normas sociales a conocer, respetar y cumplir, en el medio oficial establecido, y en el medio social, laboral, académico, político, cultural, deportivo, policial-militar y religioso. Según las oportunidades, se crean al interno de las instituciones reglas de tratamiento para llevara cabo sus actividades en general. El protocolo actual se aleja mucho de esa trasnochada apreciación y estudio de las buenas maneras de educación o del arte de comportarse en público, conocida como urbanidad. Muchos llegan a "actuar" sólo como agentes de imagen institucional y personal. La historia del protocolo está llena de exageraciones, vanidades humanas, originadas por el despotismo, el poderío militar o el progreso material, lo cual daba a esta materia una verdadera complejidad al introducir desavenencias o disputas entre los pueblos que terminaron en guerras por el despotismo de las cortes y por su etiqueta igualmente despótica. El protocolo ha existido desde los tiempos más remotos.
Ahora bien, cuando esto se exagera y no responde a la verdad, se cae en el "teatrismo", en el "ritualismo", en una velada hipocresía y en un mero cumplimiento: "cumplo y miento" y no sirve para nada. Cuando el niño Jesucristo fue presentado por María y José a los pastores lo hicieron sin protocolos: "verán a un niño en un pesebre, envuelto en pañales", tal como era. De igual manera, a los Reyes Magos, sin ropajes, ni poses, ni títulos. El formalismo por el formalismo, vehículo necesario e imprescindible de la interioridad, envanece, engaña y decepciona cuando pierde su sentido de ser. Creo que el más evidente rechazo de Jesús está cuando dice: «En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y fariseos. Hagan y observen todo lo que digan; pero no imiten su conducta, porque dicen y no hacen. Todas las obras las hacen para ser vistos...»; y lanza sus 7 terribles condenas: «Escribas y fariseos hipócritas... (Mt 23,...)». Jesús llega a lo máximo cuando declara: «El sábado ha sido instituido para el hombre y no el hombre para el sábado. De suerte que el Hijo del hombre también es señor del sábado (Mc 2, 27)».
Imitando a Jesucristo niño en su manifestación al mundo, mostrémonos también nosotros tal como somos, con "la libertad de los hijos de Dios (Jn 8, 32)".

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