¿POR QUÉ TANTO PROTOCOLO?
Podríamos definirlo como el conjunto de conductas, reglas y normas sociales a conocer, respetar y cumplir, en el medio oficial establecido, y en el medio social, laboral, académico, político, cultural, deportivo, policial-militar y religioso. Según las oportunidades, se crean al interno d
e las instituciones reglas de tratamiento para llevara cabo sus actividades en general. El protocolo actual se aleja mucho de esa trasnochada apreciación y estudio de las buenas maneras de educación o del arte de comportarse en público, conocida como urbanidad. Muchos llegan a "actuar" sólo como agentes de imagen institucional y personal. La historia del protocolo está llena de exageraciones, vanidades humanas, originadas por el despotismo, el poderío militar o el progreso material, lo cual daba a esta materia una verdadera complejidad al introducir desavenencias o disputas entre los pueblos que terminaron en guerras por el despotismo de las cortes y por su etiqueta igualmente despótica. El protocolo ha existido desde los tiempos más remotos.
Ahora bien, cuando esto se exagera y no responde a la verdad, se cae en el "teatrismo", en el "ritualismo", en una velada hipocresía y en un mero cumplimiento: "cumplo y miento" y no sirve para nada. Cuando el niño Jesucristo fue presentado por María y José a los pastores lo hicieron sin protocolos: "verán a un niño en un pesebre, envuelto en pañales", tal como era. De igual manera, a los Reyes Magos, sin ropajes, ni poses, ni títulos. El formalismo por el formalismo, vehículo necesario e imprescindible de la interioridad, envanece, engaña y decepciona cuando pierde su sentido de ser. Creo que el más evidente rechazo de Jesús está cuando dice: «En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y fariseos. Hagan y observen todo lo que digan; pero no imiten su conducta, porque dicen y no hacen. Todas las obras las hacen para ser vistos...»; y lanza sus 7 terribles condenas: «Escribas y fariseos hipócritas... (Mt 23,...)». Jesús llega a lo máximo cuando declara: «El sábado ha sido instituido para el hombre y no el hombre para el sábado. De suerte que el Hijo del hombre también es señor del sábado (Mc 2, 27)».
Imitando a Jesucristo niño en su manifestación al mundo, mostrémonos también nosotros tal como somos, con "la libertad de los hijos de Dios (Jn 8, 32)".
Podríamos definirlo como el conjunto de conductas, reglas y normas sociales a conocer, respetar y cumplir, en el medio oficial establecido, y en el medio social, laboral, académico, político, cultural, deportivo, policial-militar y religioso. Según las oportunidades, se crean al interno d
Ahora bien, cuando esto se exagera y no responde a la verdad, se cae en el "teatrismo", en el "ritualismo", en una velada hipocresía y en un mero cumplimiento: "cumplo y miento" y no sirve para nada. Cuando el niño Jesucristo fue presentado por María y José a los pastores lo hicieron sin protocolos: "verán a un niño en un pesebre, envuelto en pañales", tal como era. De igual manera, a los Reyes Magos, sin ropajes, ni poses, ni títulos. El formalismo por el formalismo, vehículo necesario e imprescindible de la interioridad, envanece, engaña y decepciona cuando pierde su sentido de ser. Creo que el más evidente rechazo de Jesús está cuando dice: «En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y fariseos. Hagan y observen todo lo que digan; pero no imiten su conducta, porque dicen y no hacen. Todas las obras las hacen para ser vistos...»; y lanza sus 7 terribles condenas: «Escribas y fariseos hipócritas... (Mt 23,...)». Jesús llega a lo máximo cuando declara: «El sábado ha sido instituido para el hombre y no el hombre para el sábado. De suerte que el Hijo del hombre también es señor del sábado (Mc 2, 27)».
Imitando a Jesucristo niño en su manifestación al mundo, mostrémonos también nosotros tal como somos, con "la libertad de los hijos de Dios (Jn 8, 32)".
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