¡HABLAMOS MUCHO; PERO POCO O NADA HACEMOS!
Nunca como hoy hablamos y nos intercomunicamos por horas interminables, ayudados por los fantásticos "Multimedios". ¡Qué avalancha de palabras y de conversaciones por el internet, el facebook, el Twitter, los celulares de última generación! El teléfono fijo "ya fue". Todo acrecienta formidablemente los intercambios entre los humanos, sobretodo entre los jóvenes. Esto significa la abundancia extraordinaria de contenidos existentes en nuestro interior, condenados por siglos al silencio por no tener con qué expresarlos. Por fin, en esta plenitud de la historia, ha llegado el desembalse arrollador. Este intercambio atropellador, nos hace descubrir que en el mundo somos muchos; que podemos comunicarnos la verdad, los valores, los descubrimientos, entablar verdaderas amistades; pero también, sino guardamos el inteligente control y la sana prudencia, puede convertirse en la Comunicación, no de la verdad, sino de la mentira, de la calumnia, del crimen de la fama, de los planes nefastos de asaltos, robos y crímenes, ¡aún desde las cárceles! El consabido, "Te contaré, pues", puede "poner en pantalla" a muchas personas, como también "borrarlas del mapa", con la difamación, inaugurando así el "Chisme vertiginoso y virtual". ¿Qué no hubieran hecho Jesús, los Apóstoles, San Pablo, los Padres de la Iglesia, los Misioneros, los Evangelizadores, etc. si hubieran tenido entre manos los "Multimedios", para difundir el Evangelio en el mundo?.
El Evangelio de ahora nos presenta a un Jesús, Auténtico Revelador del Padre-Dios, que nos dice: "Vamos a los pueblos para predicar, pues para eso he venido". Y, al despedirse en su Ascensión a los Cielos: "Vayan por todo el mundo y proclamen la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea, se condenará" (Mc 16,15-16). Y San Pablo, en la lectura de hoy: "Predicar el Evangelio no es para mi ningún motivo de gloria; es más bien un deber que me incumbe. Y ¡Ay de mí si no predicara el Evangelio! Es una misión que se me ha confiado... entregándolo gratuitamente" (1ª Co 9,16-18). Nosotros ¿podemos decir lo mismo? ¿PARA QUÉ Y CÓMO EMPLEAMOS LOS "MULTIMEDIOS"?.
Nunca como hoy hablamos y nos intercomunicamos por horas interminables, ayudados por los fantásticos "Multimedios". ¡Qué avalancha de palabras y de conversaciones por el internet, el facebook, el Twitter, los celulares de última generación! El teléfono fijo "ya fue". Todo acrecienta formidablemente los intercambios entre los humanos, sobretodo entre los jóvenes. Esto significa la abundancia extraordinaria de contenidos existentes en nuestro interior, condenados por siglos al silencio por no tener con qué expresarlos. Por fin, en esta plenitud de la historia, ha llegado el desembalse arrollador. Este intercambio atropellador, nos hace descubrir que en el mundo somos muchos; que podemos comunicarnos la verdad, los valores, los descubrimientos, entablar verdaderas amistades; pero también, sino guardamos el inteligente control y la sana prudencia, puede convertirse en la Comunicación, no de la verdad, sino de la mentira, de la calumnia, del crimen de la fama, de los planes nefastos de asaltos, robos y crímenes, ¡aún desde las cárceles! El consabido, "Te contaré, pues", puede "poner en pantalla" a muchas personas, como también "borrarlas del mapa", con la difamación, inaugurando así el "Chisme vertiginoso y virtual". ¿Qué no hubieran hecho Jesús, los Apóstoles, San Pablo, los Padres de la Iglesia, los Misioneros, los Evangelizadores, etc. si hubieran tenido entre manos los "Multimedios", para difundir el Evangelio en el mundo?.
El Evangelio de ahora nos presenta a un Jesús, Auténtico Revelador del Padre-Dios, que nos dice: "Vamos a los pueblos para predicar, pues para eso he venido". Y, al despedirse en su Ascensión a los Cielos: "Vayan por todo el mundo y proclamen la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea, se condenará" (Mc 16,15-16). Y San Pablo, en la lectura de hoy: "Predicar el Evangelio no es para mi ningún motivo de gloria; es más bien un deber que me incumbe. Y ¡Ay de mí si no predicara el Evangelio! Es una misión que se me ha confiado... entregándolo gratuitamente" (1ª Co 9,16-18). Nosotros ¿podemos decir lo mismo? ¿PARA QUÉ Y CÓMO EMPLEAMOS LOS "MULTIMEDIOS"?.
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