Fundado: 24-04-1904 Lima, 12-02-2012 / Año 108 - Nº 5601 - 4000 ejemplares

¡LA NUEVA LEPRA!
¡Pudrirse en vida! Ver que los dedos y los miembros se desprenden poco a poco del cuerpo, debe ser una terrible experiencia. Para los judíos, la lepra era la consecuencia visible del pecado de los padres o de los hijos. Así quedaban excomulgados y no podían convivir con el pueblo. Marginados, tenían que anunciarse tocando una campanilla. La lepra siempre ha existido en el mundo. También en nuestro Perú. La enfermedad la trajeron los colonos españoles (Dr. Hugo Pesce: "La epidemiología de la lepra en el Perú"). 28 años después de fundada Lima, en 1563 se hizo necesaria la fundación del Hospital San Lázaro, primer leprosorio en el barrio "Los pescadores", a la margen derecha del río Rímac. Después, se difundió en la costa, sierra y selva. Con Jesús, simboliza el estado del alma en pecado. Qué pernicioso deberá ser el pecado que, además de la muerte, con todas sus consecuencias de descomposición, putrefacción, desaparición del escenario de este mundo, está también simbolizado por la lepra.
Hoy, tenemos el VIH, sentencia de muerte clara y precisa y lepra del siglo XX y XXI. ¿La causa?, nos referimos sólo a aquellos que adrede pecan. Recordemos lo que hace casi 21 siglos nos escribía San Pablo en la carta a los Romanos 1,18-27: Lo invisible de Dios, desde la creación del mundo, se deja ver a la inteligencia a través de sus obras: su poder eterno y su divinidad, de forma que son inexcusables, porque habiendo conocido a Dios, no lo glorificaron como a Dios ni le dieron gracias, antes bien... jactándose de sabios se volvieron estúpidos adorando a hombres, aves, cuadrúpedos, reptiles (¡idolatría!). Por eso Dios los entregó a sus pasiones. Deshonraron entre sí sus cuerpos: el lesbianismo, la homosexualidad (¡pedofilia, pederastia!), recibiendo en sí mismos EL PAGO MERECIDO DE SU EXTRAVIO: esta NUEVA LEPRA ES ELSIDA. Pero constatamos con gran pena que cuando la persona se apasiona se vuelve peor que bestia: ya no ve nada, ni consecuencias, ni pro, ni contra, ni dignidad, ni honor, ni daño, ni vida, ni muerte. Después de "meter la pata", con llorar y lamentarse no soluciona nada.
El Evangelio de hoy nos dice que SÓLO JESUCRISTO NOS PODRÁ CURAR de esa lepra del pecado, y ÉL lo quiere; pero, NADA PODRÁ HACER, SI NOSOTROS NO QUEREMOS.

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